Página 178 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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El peligro de las malas lectura
Cuando me doy cuenta de los peligros que hacen correr a la
juventud las malas lecturas, no puedo menos que insistir en las
advertencias que me han sido dadas acerca de este gran azote.
Los males que amenazan a los obreros cuando tienen que mane-
jar impresos de carácter dudoso no son comprendidos suficientemen-
te. La atención de los empleados es atraída y su interés despertado
por los temas que pasan bajo sus ojos; hay frases que se imprimen
en la memoria; les son sugeridos pensamientos. Casi inconsciente-
mente, el lector siente la influencia del escritor; su espíritu y carácter
reciben de ella una impresión maléfica. Hay quienes tienen poca fe
y poco dominio propio, y les es difícil desterrar los pensamientos
que les sugieren tales escritos.
La lectura y la experiencia religiosa
Antes de aceptar la verdad presente, algunos tenían la costumbre
de leer novelas. Al relacionarse con la iglesia, hicieron un esfuerzo
para vencer esta costumbre. Colocar delante de estos nuevos miem-
bros de la iglesia lecturas parecidas a las que abandonaron es como
ofrecer un vaso de alcohol a un esclavo de la bebida. Al ceder a las
tentaciones que se les presentan constantemente, no tardan en perder
el gusto por las buenas lecturas; no tienen ya interés en el estudio
de la Biblia; su fuerza moral se debilita; el pecado les parece cada
vez menos repugnante. Manifiestan una infidelidad creciente y un
desagrado siempre mayor por los deberes prácticos de la vida. A
medida que la mente se pervierte, se vuelve más dispuesta a leer lo
sentimental. Así queda abierta la puerta del alma para que Satanás
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entre y pueda dominarla por completo.
Otras obras, que no son tan corruptoras, deben, sin embargo,
evitarse también si engendran desagrado por el estudio de la Biblia.
La Palabra de Dios es el verdadero maná. Repriman todos el deseo
Testimonios para la Iglesia 7:203-205 (1902)
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