Página 188 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
Rogad al Señor que él se os revele para que no critiquéis o condenéis
imprudentemente las medidas propuestas.
Sentados ante mesas abundantemente cargadas, ciertos hombres
comen a menudo mucho más de lo que pueden digerir fácilmente.
El estómago recargado no puede hacer debidamente su trabajo. El
resultado es una sensación desagradable de embotamiento del cere-
bro y el espíritu no actúa prestamente. Las combinaciones impropias
de alimentos crean disturbios; se inicia la fermentación; la sangre
queda contaminada y el cerebro se confunde.
El hábito de comer en exceso, o de comer demasiadas clases
de alimentos en una comida, causa con frecuencia dispepsia. Se
ocasiona así un grave daño a los delicados órganos digestivos. El
estómago protesta en vano y suplica al cerebro que razone de causa a
efecto. La excesiva cantidad de alimento ingerido, o la combinación
impropia, hace su obra perjudicial. En vano dan su advertencia las
prevenciones desagradables. El sufrimiento es la consecuencia. La
enfermedad reemplaza a la salud.
Puede ser que algunos pregunten: ¿Qué tiene que ver esto con
las reuniones de junta? Muchísimo. Los efectos de comer en forma
errónea penetran en las reuniones de concilio y de junta. El cere-
bro queda afectado por la condición del estómago. Un estómago
desordenado produce un estado mental desordenado e incierto. Un
estómago enfermo produce una condición enfermiza del cerebro, y
con frecuencia le induce a uno a sostener con terquedad opiniones
erróneas. La supuesta sabiduría de una persona tal es insensatez para
Dios.
Presento esto como la causa de la situación creada en muchas
reuniones de concilio y de junta en las cuales ciertas cuestiones
que requerían estudio cuidadoso recibieron poca consideración, y se
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tomaron apresuradamente decisiones de la mayor importancia. Con
frecuencia, cuando debiera haber habido unanimidad en la afirmativa,
ciertas negativas resueltas cambiaron por completo la atmósfera que
reinaba en una reunión. Estos resultados se me han presentado vez
tras vez.
Expongo estos asuntos ahora, porque se me ha indicado que
diga a mis hermanos en el ministerio: Por la intemperancia en el
comer os incapacitáis para ver claramente la diferencia entre el
fuego sagrado y el común. Y por esta intemperancia reveláis también