Página 196 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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La gran comisió
Es propósito de Dios que su pueblo sea un pueblo santificado,
purificado y santo, que comunique luz a cuantos le rodean. Es su
propósito que, al ejemplificar la verdad en su vida, le alabe en el
mundo. La gracia de Cristo basta para realizar esto. Pero deben
recordar los hijos de Dios que únicamente cuando ellos crean en
los principios del Evangelio y obren de acuerdo con ellos, puede él
hacer de ellos una alabanza en la tierra. Únicamente en la medida
en que usen las capacidades que Dios les ha dado para servirle,
disfrutarán de la plenitud y el poder de la promesa en la cual la
iglesia ha sido llamada a confiar. Si los que profesan creer en Cristo
como su Salvador alcanzan tan sólo la baja norma de la medición
mundanal, la iglesia no dará la rica mies que Dios espera. “Hallada
falta,” será escrito en su registro.
La comisión que Cristo dió a sus discípulos precisamente antes
de su ascensión es la magna carta misionera de su reino. Al darla
a los discípulos el Salvador los hizo embajadores suyos y les dió
sus credenciales. Si, más tarde, se les lanzaba un desafío y se les
preguntaba con qué autoridad ellos, pescadores sin letras, salían
como maestros y sanadores, podrían contestar: “Aquel a quien los
judíos crucificaron, pero que resucitó de los muertos, nos designó
para el ministerio de su Palabra, declarando: ‘Toda potestad me es
dada en el cielo y en la tierra.’”
Cristo dió esta comisión a sus discípulos como sus ministros
principales, los arquitectos que habían de echar el fundamento de su
iglesia. Les impuso a ellos, y a todos los que habrían de sucederles
como sus ministros, el encargo de comunicar este Evangelio de
generación en generación, de era en era.
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Los discípulos no habían de aguardar que la gente acudiese
a ellos. Ellos debían ir a la gente y buscar a los pecadores como
el pastor busca a la oveja perdida. Cristo les presentó el mundo
como su campo de labor. Debían ir “por todo el mundo” y, predicar
Testimonios para la Iglesia 8:14-17 (1904)
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