Página 227 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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El valor de la palabra de Dios
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para meditar en la Palabra. Anhelarían más la luz de la Palabra que
el diario de la mañana, las revistas o las novelas. Su mayor deseo
sería comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios. Y como
resultado, su vida se conformaría a los principios y las promesas de
la Palabra. Sus instrucciones serían para ellos como las hojas del
árbol de vida. Sería en ellos una fuente de aguas, que brotaría para
vida eterna. Los raudales refrigerantes de la gracia renovarían la
vida del alma, haciéndole olvidar todo afán y cansancio. Se sentirían
fortalecidos y animados por las palabras de la inspiración.
Recompensa del estudio fiel
Los ministros serían inspirados por una fe divina. Sus oraciones
se caracterizarían por el fervor, estarían henchidos de la seguridad
de la verdad. Olvidarían el cansancio en la luz del cielo. La verdad
se entretejería con su vida y sus principios celestiales serían como
una corriente fresca capaz de satisfacer constantemente el alma.
La filosofía del Señor es la norma que rige la vida del cristiano.
Todo el ser se compenetra de los principios vivificantes del cielo.
Las actividades inútiles que consumen el tiempo de tantas personas
se reducen a su debida condición frente a una piedad bíblica sana y
santificadora.
La Biblia y únicamente la Biblia puede producir este buen resul-
tado. Es la sabiduría y el poder de Dios, y obra con todo poder en el
corazón receptivo. ¡Oh, qué alturas podríamos alcanzar si confor-
másemos nuestra voluntad a la de Dios! El poder de Dios es lo que
necesitamos dondequiera que estemos. La frivolidad que estorba a
la iglesia es lo que la hace débil e indiferente. El Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo están procurando y anhelando tener conductos por
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los cuales puedan comunicar al mundo los principios divinos de la
verdad.
Pueden aparecer luces artificiales, que aseveren provenir del
cielo, pero no pueden resplandecer como la estrella de la santidad,
de brillo celestial, para guiar los pies del peregrino y extranjero hasta
la ciudad de Dios. Las luces falsas ocuparán el lugar de la verdadera,
y muchas almas serán engañadas por un tiempo. Dios no permita
que así sea con nosotros. La luz verdadera brilla ahora e iluminará
las almas cuyas ventanas se abren hacia el cielo.
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