Página 249 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Un Dios persona
El gran poder que obra por la naturaleza y sostiene todas las
cosas, no es, como lo representan algunos hombres de ciencia, sim-
plemente un principio que lo compenetra todo, una energía que
actúa. Dios es espíritu; sin embargo, es un Ser personal, pues el
hombre fué hecho a su imagen.
La naturaleza no es Dios
La obra de Dios en la naturaleza, no es Dios mismo en la natura-
leza. Las cosas de la naturaleza son una expresión del carácter de
Dios; por ellas podemos comprender su amor, su poder y su gloria;
pero no hemos de considerar a la naturaleza como Dios. La habilidad
artística de los seres humanos produce obras muy hermosas, cosas
que deleitan el ojo, y estas cosas nos dan cierta idea del que las
diseñó; pero la cosa hecha no es el hombre. No es la obra, sino el
artífice el que debe ser tenido por digno de honra. De igual manera,
aunque la naturaleza es una expresión del pensamiento de Dios, ella
no es lo que debe ser ensalzado, sino el Dios de la naturaleza.
Un Dios personal creó al hombre
En la creación del hombre fué manifiesta la intervención de un
Dios personal. Cuando Dios hubo hecho al hombre a su imagen, el
cuerpo humano era perfecto en toda su ordenación, pero no tenía
vida. Entonces un Dios personal, existente de por sí, sopló en ese
cuerpo el aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser vivo e
inteligente que respiraba. Todas las partes del organismo humano
entraron en acción. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las
manos, los pies, los sentidos, las percepciones de la mente, todo
inició su funcionamiento y todo fué puesto bajo ley. El hombre
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Testimonios para la Iglesia 8:263-273 (1904)
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