Página 251 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Un Dios personal
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Si Dios hubiese deseado que se le representase como morando
personalmente en las cosas de la naturaleza, en la flor, el árbol, la
brizna de hierba, ¿no habría hablado Cristo de esto a sus discípulos
cuando estaba en la tierra? Pero nunca se habló así de Dios en las
enseñanzas de Cristo. Cristo y los apóstoles enseñaron claramente
la verdad de que existe un Dios personal.
Cristo reveló todo lo que de Dios podían soportar los seres
humanos pecaminosos sin ser destruídos. El es el Maestro divino, el
Iluminador. Si Dios hubiese considerado que necesitábamos otras
revelaciones que las hechas por Cristo y las que hay en la Palabra
escrita, las habría dado.
Estudiemos las palabras que Cristo pronunció en el aposento alto,
en la noche anterior a su crucifixión. Se acercaba su hora de prueba
y procuraba consolar a sus discípulos, que iban a ser gravemente
tentados y probados.
“No se turbe vuestro corazón—les dijo:—creéis en Dios, creed
también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de
otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. ...”
“Dícele Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas: ¿cómo, pues,
podemos saber el camino? Jesús le dice: Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocie-
seis, también a mi Padre conocierais: y desde ahora le conocéis, y le
habéis visto.”
“Señor, muéstranos el Padre—dijo Felipe,—y nos basta. Jesús le
dice: ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has conocido,
Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú:
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Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre
en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas
el Padre que está en mí, él hace las obras.”
Juan 14:8-10
.
Los discípulos no comprendían aún las palabras de Cristo concer-
nientes a su relación con Dios. Gran parte de su enseñanza resultaba
todavía obscura. Habían hecho muchas preguntas que revelaban su
ignorancia acerca de la relación que Dios tenía con ellos y acerca
de sus intereses presentes y futuros. Cristo deseaba que tuviesen un
conocimiento más claro y distinto de Dios.