Página 296 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
Deben ir por doquiera
Nuestros impresos debieran ir a todo lugar. Publíquense en mu-
chos idiomas. El mensaje del tercer ángel debe darse por este medio
tanto como por la predicación de viva voz. Despertad, vosotros que
creéis en la verdad para este tiempo. Os incumbe el deber actual
de proveer todos los medios posibles para sostener a quienes com-
prenden la verdad, para que la proclamen. Una parte de los ingresos
provenientes de la venta de nuestras publicaciones debiera servir
para aumentar nuestro equipo de herramientas, a fin de poder así
producir una cantidad mayor de impresos destinados a abrir los ojos
de los ciegos y a enternecer los corazones.
Existe el peligro de que nos dejemos invadir por un espíritu de
mercantilismo y absorber tanto en los negocios terrenales, que las
verdades de la Palabra de Dios no se manifiesten en nuestra vida. El
amor de los negocios y de la ganancia se vuelve siempre más domi-
nante. Hermanos míos, sean vuestras almas realmente convertidas.
Si hubo alguna vez un tiempo en que fuese necesario comprender
nuestra responsabilidad, es ahora, cuando la verdad está caída en la
calle y la rectitud no puede entrar. Satanás ha bajado teniendo gran
poder, para obrar con todas las seducciones de injusticia en aquellos
que perecen; y todo lo que es susceptible de ser removido lo será;
solamente subsistirán aquellas cosas que no puedan serlo.
El Señor vendrá; estamos entrando en escenas de calamidades.
Los agentes de Satanás aunque invisibles, se esfuerzan por destruir
las vidas humanas. Pero si nuestra vida está escondida con Cristo
en Dios, contemplaremos su gracia y su salvación. El Señor viene
para establecer su reino sobre la tierra. Que nuestras lenguas sean
santificadas y empleadas para su gloria. Trabajemos ahora como
no lo hicimos nunca. Somos exhortados a instar “a tiempo y fuera
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de tiempo.”
2 Timoteo 4:2
. Debemos crear oportunidades para la
presentación de la verdad, y aprovechar toda ocasión que se nos
presente para atraer las almas al Salvador.
Como pueblo, debemos volver a convertirnos, de manera que
nuestra vida santificada anuncie la verdad tal cual es en Jesús. Al
mismo tiempo que repartimos nuestras publicaciones, podemos, con
el corazón ardiente y palpitante, hablar del amor del Salvador. Sólo
Dios puede perdonar los pecados; si no comunicamos este mensaje