Página 328 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
En visiones de la noche pasó delante de mí un gran movimien-
to de reforma en el seno del pueblo de Dios. Muchos alababan a
Dios. Los enfermos eran sanados y se efectuaban otros milagros.
Se advertía un espíritu de oración como lo hubo antes del gran día
de Pentecostés. Veíase a centenares y miles de personas visitando
las familias y explicándoles la Palabra de Dios. Los corazones eran
convencidos por el poder del Espíritu Santo, y se manifestaba un
espíritu de sincera conversión. En todas partes las puertas se abrían
de par en par para la proclamación de la verdad. El mundo pare-
cía iluminado por la influencia divina. Los verdaderos y sinceros
hijos de Dios recibían grandes bendiciones. Oí las alabanzas y las
acciones de gracias: parecía una reforma análoga a la del año 1844.
Sin embargo, algunos rehusaban convertirse; no estaban dispues-
tos a andar en las sendas de Dios, y cuando se hacía un pedido de
ofrendas voluntarias para el adelanto de la obra de Dios, se aferraban
egoístamente a sus bienes terrenales. Esas personas avarientas se
separaron de la compañía de los creyentes.
La importancia del trabajo personal
Los juicios de Dios están en la tierra; bajo la influencia del
Espíritu Santo debemos dar el mensaje de amonestación que nos ha
sido confiado. Este mensaje debe ser dado con prontitud, renglón
tras renglón, precepto tras precepto. Los hombres se verán pronto
obligados a tomar decisiones importantes y debemos cuidar de que
tengan ocasión de comprender la verdad, de manera que puedan
decidirse inteligentemente por el lado del bien. El Señor llama a su
pueblo a trabajar—y con fervor e inteligencia—mientras se prolonga
el tiempo de gracia.
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Los miembros de nuestras iglesias deben hacer más trabajo de
casa en casa, dando estudios bíblicos y repartiendo impresos. El
carácter cristiano sólo puede formarse de una manera simétrica y
completa si el hombre considera como un gozo el trabajar de una
manera desinteresada en la proclamación de la verdad y sosteniendo
la causa de Dios con sus recursos. Debemos sembrar a lo largo
de todas las aguas, mantener nuestras almas en el amor de Dios,
trabajar mientras es de día y dedicar los bienes que Dios nos ha dado
a cumplir cualquier deber que nos toque. Todo lo que nuestra mano