Página 346 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Un llamamiento para los médicos evangelista
Vivimos en los últimos tiempos. El fin de todas las cosas se
acerca. Las señales predichas por Cristo se están cumpliendo rápi-
damente. Nos esperan tiempos tormentosos; no obstante, no pronun-
ciemos ninguna palabra de desaliento o de duda. El que comprende
las necesidades de la situación dispone las cosas de tal manera que
los obreros colocados en los diferentes lugares puedan disfrutar de
ventajas que les permitan despertar la atención del público con más
eficacia. El conoce las necesidades de los más débiles miembros
de su rebaño, y envía su mensaje por los caminos así como por los
vallados. El nos ama con un amor eterno. Recordemos que anuncia-
mos un mensaje de curación a un mundo lleno de almas enfermas
de pecado. ¡El Señor nos ayude a aumentar nuestra fe y nos ha-
ga comprender que él quiere que todos conozcamos su ministerio
de sanidad y su obra propiciatoria! Desea que la luz de su gracia
resplandezca desde muchos lugares.
Los sanatorios, centros de evangelización
En muchos lugares, hay almas que aún no han oído el mensaje.
Por consiguiente, la obra médico misionera debe ser proseguida con
más celo que nunca antes. Esta obra es la puerta por la cual la verdad
debe entrar en las grandes ciudades, y se deben establecer sanatorios
en diferentes lugares.
La obra que realizan los sanatorios es uno de los medios más
eficaces para alcanzar a todas las clases sociales. Nuestros sanatorios
son el brazo derecho del Evangelio; abren los caminos por los cuales
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la buena nueva de la sanidad mediante Cristo puede alcanzar a la
humanidad doliente. En esas instituciones, los enfermos pueden
aprender a encomendar sus casos al gran Médico, el cual cooperará
Manuscrito leído en presencia de los delegados al Congreso de la Asociación
General, en Wáshington, D. C., el 1 de junio de 1909.
Testimonios para la Iglesia 9:167-172 (1909)
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