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Joyas de los Testimonios 3
adelante, confiando en Jesús. Andad paso a paso en el camino que os
señala. Os sobrevendrán pruebas, pero id adelante. Adquiriréis así
una experiencia que confirmará vuestra fe en Dios y os hará idóneos
para servirle más fielmente.
El ejemplo de Cristo
El pueblo de Dios debe adquirir una experiencia más profunda
y más vasta en las cosas religiosas. Jesús es nuestro Ejemplo. Si,
mediante una fe viva y una santificada obediencia a la Palabra de
Dios, manifestamos el amor y la gracia de Cristo, si mostramos que
tenemos un concepto correcto de las dispensaciones providenciales
por cuyo medio Dios dirige su obra, manifestaremos al mundo un
poder convincente. No es un puesto destacado lo que nos da valor a
los ojos de Dios. El hombre se mide por su consagración y fidelidad
en el cumplimiento de la voluntad divina. Si el pueblo remanente
de Dios quiere andar en humildad y fe, Dios ejecutará por medio
de él su plan eterno, haciéndole capaz de trabajar en armonía, para
dar al mundo la verdad tal cual es en Jesús. El se valdrá de todos—
hombres, mujeres y niños—para hacer brillar la luz sobre el mundo
y sacar de su medio un pueblo fiel a sus mandamientos. Por medio
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de la fe que su pueblo deposita en él, Dios mostrará al mundo que él
es el Dios verdadero, el Dios de Israel.
“Solamente que converséis como es digno del evangelio de
Cristo—nos exhorta el apóstol Pablo;—para que, o sea que vaya
a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en
un mismo espíritu, unánimes combatiendo juntamente por la fe del
evangelio, y en nada intimidados de los que se oponen: que a ellos
ciertamente es indicio de perdición, mas a vosotros de salud; y esto
de Dios; porque a vosotros es concedido por Cristo, no sólo que
creáis en él, sino también que padezcáis por él.”
“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo; si algún refrige-
rio de amor; si alguna comunión del Espíritu; si algunas entrañas y
misericordias, cumplid mi gozo; que sintáis lo mismo, teniendo el
mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.” Nada hagáis por
contienda o por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos
inferiores los unos a los otros: no mirando cado uno a lo suyo propio,
sino cada cual también a lo de los otros.