Página 402 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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“Soy mozo pequeño”
En el principio de su reinado, Salomón oró así: “Jehová Dios
mío, tú has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre:
y yo soy mozo pequeño, que no sé cómo entrar ni salir.”
1 Reyes
3:7
.
Salomón había sucedido a David su padre en el trono de Israel.
Dios le honró muchísimo, y sabemos que Salomón llegó a ser más
tarde el mayor, el más rico y el más sabio de los reyes que se hayan
sentado sobre un trono terrenal. En el principio de su reinado, por
influencia del Espíritu Santo, Salomón comprendió la solemnidad
de sus responsabilidades, y aunque rico en talentos y capacidades,
admitió que sin el auxilio divino era tan incapaz frente a su tarea
como un mozo pequeño. Jamás fué Salomón más rico o más sabio o
más grande que cuando hizo a Dios esta confesión: “Yo soy mozo
pequeño, que no sé cómo entrar ni salir.”
El Señor se le apareció en un sueño, y le dijo: “Pide lo que
quisieres que yo te dé.” Fué en esa circunstancia cuando Salomón
expresó su incapacidad y pidió la ayuda divina. Continuó diciendo:
“Tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo
grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.” Da pues
a tu siervo corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para discernir entre
lo bueno y lo malo: porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan
grande?
“Y agradó delante de Adonai que Salomón pidiese esto. Y díjole
Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos
días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos,
mas demandaste para ti inteligencia para oír juicio; he aquí lo he
hecho conforme a tus palabras: he aquí que te he dado corazón
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sabio y entendido, tanto que no haya habido antes de ti otro como
tú, ni después de ti se levantará otro como tú. Y aun también te
he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria: tal, que entre
los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.” Ahora, he aquí
Testimonios para la Iglesia 9:281-284 (1909)
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