Página 403 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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“Soy mozo pequeño”
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las condiciones: “Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis
estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo
alargaré tus días.”
“Y como Salomón despertó, vió que era sueño: y vino a Jerusa-
lem, y presentóse delante del arca del pacto de Jehová, y sacrificó
holocaustos, e hizo pacíficos; hizo también banquete a todos sus
siervos.”
1 Reyes 3:8-15
.
Es necesario aprender la lección
Todos los que ocupan puestos de responsabilidad necesitan
aprender la lección encerrada en la humilde oración de Salomón.
Deben recordar siempre que un cargo no cambia el carácter del que
lo desempeña ni le hace infalible. Cuánto más alto esté colocado un
hombre, tanto mayores serán sus responsabilidades y más vasta su
influencia; tanto más necesitará comprender lo mucho que depende
de la fuerza y sabiduría divinas y lo mucho que necesita cultivar un
carácter santo y perfecto. Los que aceptan puestos de responsabili-
dad en la obra de Dios deberían recordar siempre que al llamarlos
a esta obra el Señor los ha llamado también a andar con prudencia
delante de él y delante de los hombres. En vez de creerse llamados
a regentar, a dictar y mandar, deberían darse cuenta de que ellos
mismos necesitan aprender. Cuando un obrero de responsabilidad no
aprende esta lección, cuanto antes se le releve de su responsabilidad,
tanto mejor será para él mismo y para la obra de Dios. Jamás imparte
un cargo santidad y excelencia de carácter. Quien honra a Dios y
guarda sus mandamientos recibe él mismo honores.
Cada uno debería formularse con humildad la siguiente pregunta:
“¿Soy yo apto para ocupar este cargo? ¿He aprendido a practicar la
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justicia y el juicio según los caminos del Señor?” El ejemplo terrenal
del Salvador nos fué dado para que no andemos en nuestra propia
fuerza, sino que cada cual se considere “mozo pequeño,” según la
expresión de Salomón.
“Imitadores de Dios como hijos amados”
Toda alma verdaderamente convertida puede decir: “Soy mozo
pequeño, pero soy hijo de Dios.” Costó un precio infinito el hacer