Página 42 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
La bendición
Dios se compromete a bendecir a los que obedecen sus manda-
mientos. “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi
casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os
abriré las ventanas de los cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición
hasta que sobreabunde. Increparé también por vosotros al devorador,
y no os corromperá el fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo
abortará, dice Jehová de los ejércitos.”
Vers. 10-12
.
Con estas palabras de luz y verdad delante de sí, ¿cómo se atreven
los hombres a descuidar un deber tan claro? ¿Cómo se atreven
a desobedecer a Dios cuando la obediencia a sus requerimientos
significa que los bendecirá tanto en las cosas temporales como en
las espirituales, y la desobediencia significa recibir su maldición?
Satanás es el destructor. Dios no puede bendecir a los que se niegan
a ser sus mayordomos fieles. Todo lo que puede hacer es permitir
a Satanás que realice su obra destructora. Vemos que vienen sobre
la tierra calamidades de toda clase y de todo grado; ¿y por qué? El
poder restrictivo del Señor no se hace sentir. El mundo despreció la
palabra de Dios. Vive como si no hubiese Dios. Como los habitantes
del mundo en el tiempo de Noé, se niegan a pensar en Dios. La
perversidad prevalece en un grado alarmante, y la tierra está madura
para la siega.
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Los que se quejan
“Vuestras palabras han prevalecido contra mí, dice Jehová. Y
dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? Habéis dicho: Por demás es
servir a Dios; ¿y qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos
tristes delante de Jehová de los ejércitos? Decimos pues ahora,
que bienaventurados los soberbios, y también que los que hacen
impiedad son los prosperados: bien que tentaron a Dios, escaparon.”
Vers. 13-15
. Así se quejan los que retienen lo que pertenece a Dios.
El Señor les dice que le prueben trayendo sus diezmos al alfolí, para
ver si no derramará sobre ellos bendición. Pero albergan la rebelión
en su corazón y se quejan de Dios; al mismo tiempo que le roban y
disipan sus bienes. Cuando su pecado les es presentado, dicen: He