La iglesia y el ministeri
Es harto tiempo que los miembros de nuestras iglesias hagan
esfuerzos decididos para sostener a los hombres que están procla-
mando al mundo el último mensaje de misericordia. Que los miem-
bros de las iglesias, por una manifestación de la religión práctica,
den peso al mensaje de amonestación que están dando al mundo los
mensajeros de Dios. Las personas inteligentes se alarman ante las
perspectivas del mundo. Si los que tienen conocimiento de la verdad
deciden practicar los principios bíblicos y demostrar que han sido
santificados por la verdad, que son verdaderos discípulos del manso
y humilde Salvador, ejercerán una influencia que ganará almas para
Cristo.
Cualquier cosa que sea menos que un servicio activo y ferviente
por el Maestro desmiente nuestra profesión de fe. Únicamente un
cristianismo revelado por una labor ferviente y práctica impresionará
a los que están muertos en sus delitos y pecados. Los cristianos
humildes que creen y oran, los que por sus acciones demuestran
que su mayor deseo es dar a conocer la verdad salvadora que ha de
probar a toda la gente, cosecharán una rica mies de almas para el
Maestro.
Animación en la obra de ganar almas
Necesitamos romper la monotonía de nuestra labor religiosa.
Estamos haciendo una obra en el mundo, pero no manifestamos
suficiente actividad y celo. Si fuésemos más fervorosos, los hombres
se convencerían de la verdad de nuestro mensaje. La manera inocua
y monótona en que servimos a Dios rechaza a muchas almas de
una clase superior, que necesitan ver un celo profundo, ferviente y
santificado. La religión legal no responderá a las necesidades de esta
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época. Podemos cumplir todos los actos exteriores de servicio, y
Testimonios para la Iglesia 6:417-420 (1900)
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