Las actividades misionera
El Testigo fiel se dirige a la iglesia de Efeso diciendo: “Pero
tengo contra ti que has dejado tu primer amor. Recuerda por tanto
de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues
si no, vendré presto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te
hubieres arrepentido.”
Apocalipsis 2:4, 5
.
Al principio, lo que distinguía a la iglesia de Efeso era la senci-
llez y el fervor de un niño. Manifestaba hacia Cristo un amor sentido,
vivo y ferviente. Los creyentes se regccijaban en el amor de Dios,
porque Cristo estaba continuamente presente en su corazón. Alaba-
ban a Dios y su actitud agradecida concordaba con el agradecimiento
de la familia celestial.
El mundo conocía que habían estado con Jesús. Los hombres
pecaminosos, arrepentidos, perdonados, limpiados y santificados,
eran asociados con Dios por medio de su Hijo. Los creyentes trataban
fervientemente de recibir y obedecer toda palabra de Dios. Llenos
de amor por su Redentor, procuraban como su más alto objeto ganar
almas para Cristo. No querían guardar para sí el precioso tesoro
de la gracia de Cristo. Sentían la importancia de su vocación y,
abrumados por el mensaje: Paz en la tierra, buena voluntad para con
los hombres, ardían en deseos de proclamar las buenas nuevas hasta
los confines más remotos de la tierra.
Los miembros de la iglesia estaban unidos en sus sentimientos y
acciones. El amor por Cristo era la cadena de oro que los vinculaba
entre sí. Continuaban conociendo al Señor siempre más perfecta-
mente, y revelaban alegría, consuelo y paz en su vida. Visitaban a
los huérfanos y las viudas en sus aflicciones y se conservaban sin
mancha del mundo. Consideraban que dejar de hacerlo habría sido
contradecir su profesión y negar a su Redentor.
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En toda ciudad, se llevaba adelante la obra. Se convertían almas,
que a su vez sentían que debían comunicar el inestimable tesoro. No
podían descansar hasta que los rayos de luz que habían iluminado
Testimonios para la Iglesia 6:421-438 (1900)
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