Página 57 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Las actividades misioneras
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su mente resplandeciesen sobre otros. Multitudes de incrédulos
llegaban a conocer la razón de la esperanza del cristiano. Se hacían
cálidos e inspirados llamamientos personales a los pecaminosos y
errantes, a los desechados y a aquellos que, aun profesando conocer
la verdad, eran amadores de los placeres más que de Dios.
Pero después de un tiempo, el celo de los creyentes, su amor a
Dios y entre sí, empezó a disminuir. Penetró la frialdad en la iglesia.
Surgieron divergencias y los ojos de muchos dejaron de contemplar
a Jesús como Autor y Consumador de su fe. Las masas que podrían
haber sido convencidas y convertidas por la práctica fiel de la verdad
fueron dejadas sin amonestación. Entonces fué cuando el Testigo
fiel dirigió su mensaje a la iglesia de Efeso. Su falta de interés por
la salvación de las almas demostraba que había perdido su primer
amor; porque nadie puede amar a Dios con todo el corazón, la mente,
el alma y las fuerzas, sin amar a aquellos por quienes Cristo murió.
Dios los llamó a arrepentirse y hacer las primeras obras, o quitaría
su candelero de su lugar.
Lecciones de la iglesia de Efeso
¿No se repite el caso de Efeso en la iglesia de esta generación?
¿Cómo está empleando su conocimiento la iglesia que hoy ha reci-
bido el conocimiento de la verdad de Dios? Cuando sus miembros
vieron por primera vez la indecible misericordia de Dios por la es-
pecie caída, no podían permanecer en silencio. Los dominaba el
anhelo de cooperar con Dios para dar a otros las bendiciones que
habían recibido. Mientras impartían a otros, estaban continuamente
recibiendo. Crecían en la gracia y en el conocimiento del Señor
Jesucristo. ¿Qué sucede hoy?
Hermanos y hermanas que habéis aseverado durante largo tiempo
creer la verdad, os pregunto individualmente: ¿Han estado vuestras
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prácticas en armonía con la luz, los privilegios y las oportunida-
des que os concedió el Cielo? Esta es una pregunta grave. El Sol
de justicia ha amanecido sobre la iglesia, y a ésta le incumbe res-
plandecer. Es el privilegio de cada alma progresar. Los que están
relacionados con Cristo crecerán en la gracia y en el conocimiento
del Hijo de Dios hasta llegar a la plena estatura de hombres y mu-
jeres. Si todos los que aseveran creer la verdad hubiesen sacado el