Página 61 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Las actividades misioneras
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Ganar almas debe ser el blanco principal
No debemos creer que la obra del Evangelio depende principal-
mente del ministro. Dios ha dado a cada cual una obra que hacer
en relación con su reino. Cada uno de los que profesan el nombre
de Cristo debe trabajar ferviente y desinteresadamente, dispuesto a
defender los principios de la justicia. Todos deben tomar una parte
activa en fomentar la causa de Dios. Cualquiera que sea nuestra
vocación, como cristianos tenemos una obra que hacer para dar a
conocer a Cristo al mundo. Hemos de ser misioneros y tener por
blanco principal ganar almas para Cristo.
Dios confió a su iglesia la obra de difundir la luz y proclamar el
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mensaje de su amor. Nuestra obra no consiste en condenar ni denun-
ciar, sino en atraer juntamente con Cristo, rogando a los hombres que
se reconcilien con Dios. Debemos estimular a las almas, atraerlas y
ganarlas para el Salvador. Si tal no es nuestro interés, si rehusamos
dar a Dios el servicio del corazón y la vida, le robamos al negarle
nuestro tiempo, dinero, esfuerzo e influencia. Al dejar de beneficiar
a nuestros semejantes, robamos a Dios la gloria que obtendría por la
conversión de las almas.
Comencemos por los que están más cerca
Algunos que han profesado durante largo tiempo ser cristianos,
y, sin embargo, no han sentido responsabilidad por las almas que
perecen a la misma sombra de sus casas, piensan tal vez que tienen
una obra que hacer en países extraños; ¿pero dónde está la eviden-
cia de que son idóneos para esta obra? ¿En qué han manifestado
preocupación por las almas? Estas personas necesitan primero ser
enseñadas y disciplinadas en casa. Entonces la verdadera fe y el
amor a Cristo crearían en ellas un ferviente deseo de salvar almas
en su propio vecindario. Ejercitarían toda energía espiritual para
trabajar con Cristo y aprenderían de él mansedumbre y humildad.
Luego, si Dios quisiera que fueran a países extranjeros, estarían
preparadas.
Empiecen en casa, en su propia familia, en su propio vecindario,
entre sus propios amigos, los que desean trabajar para Dios. Allí
encontrarán un campo misionero favorable. Esta obra misionera será