Página 62 - Joyas de los Testimonios 3 (2004)

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Joyas de los Testimonios 3
una prueba de su habilidad o incapacidad para servir en un campo
más amplio.
El ejemplo de Felipe con Natanael
El caso de Felipe y Natanael es un ejemplo de la verdadera obra
misionera. Felipe había visto a Jesús, y estaba convencido de que era
el Mesías. Lleno de gozo, deseaba que sus amigos conociesen tam-
bién las buenas nuevas. Deseaba que la verdad que le había traído
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tanto consuelo fuese compartida por Natanael. La gracia verdadera
revelará siempre su presencia en el corazón difundiéndose. Felipe
fué a buscar a Natanael, y cuando le llamó, éste contestó desde el
lugar donde oraba bajo la higuera. Natanael no había tenido oportu-
nidad de escuchar las palabras de Jesús, pero había sido atraído a él
en espíritu. Anhelaba recibir luz, y estaba en ese momento orando
sinceramente por ella. Felipe exclamó con gozo: “Hemos hallado
a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús,
de Nazaret.”
Juan 1:45
. A la invitación de Felipe, Natanael buscó y
halló al Salvador, y a su vez se unió a la obra de ganar almas para
Cristo.
Uno de los medios más eficaces por los cuales se puede comuni-
car la luz, es por el esfuerzo privado y personal. En el círculo de la
familia, en los hogares de nuestros vecinos, al lado de los enfermos,
muy quedamente podemos leer las Escrituras y decir una palabra
en favor de Jesús y la verdad. Así podemos sembrar una semilla
preciosa que brotará y dará fruto.
La familia como campo misionero
Nuestra obra por Cristo debe comenzar con la familia, en el
hogar. La educación de los jóvenes debe ser diferente de la que se
les ha dado en lo pasado. El bienestar de ellos exige mayor labor
que la que se les ha dedicado antes. No hay campo misionero más
importante que éste. Por precepto y por ejemplo, los padres han de
enseñar a sus hijos a trabajar por los inconversos. Los niños deben ser
educados de tal manera que simpaticen con los ancianos y afligidos
y traten de aliviar los sufrimientos de los pobres y angustiados.
Debe enseñárseles a ser diligentes en la obra misionera; y desde los