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Joyas de los Testimonios 3
La abnegación
Estas crisis se producen también entre marido y mujer. A menos
que ellos estén bajo la influencia del Espíritu de Dios, manifestarán
en tales ocasiones el mismo espíritu impulsivo e irracional que se
revela tan a menudo en los niños. Esa lucha entre dos voluntades
será entonces parecida al choque del pedernal contra el pedernal.
Hermano mío, sea bueno, paciente, indulgente. Acuérdese de
que su esposa le ha aceptado por marido no para que Vd. la domine
sino para que le ayude. No sea nunca imperioso y arbitrario. No haga
uso de su fuerte voluntad para obligar a su esposa a hacer lo que Vd.
quiera. Acuérdese de que ella también tiene una voluntad y que tiene
probablemente tantos deseos como Vd. de obrar según su criterio.
Acuérdese también de que Vd. tiene la ventaja de una experiencia
más amplia. Tenga para ella miramientos y cortesía. “La sabiduría
que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta,
benigna, llena de misericordia y de buenos frutos.”
Santiago 3:17
.
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Hay una victoria que ambos debéis obtener, cueste lo que cueste:
la victoria sobre la terquedad. No la obtendréis sino mediante la
ayuda de Cristo. Podréis luchar mucho tiempo para dominaros, pero
no tendréis éxito si no recibís la fuerza de lo alto. Mediante la gracia
de Cristo, podréis obtener la victoria sobre vosotros mismos y sobre
vuestro egoísmo. Si vivís la vida de Cristo, si a cada paso consentís
al sacrificio, si manifestáis constantemente una simpatía siempre
mayor para con aquellos que necesitan ayuda, obtendréis victoria
tras victoria. Día tras día, aprenderéis a dominaros y a fortalecer los
puntos débiles de vuestros caracteres. El Señor Jesús será vuestra
luz, vuestra fuerza, vuestra corona de gozo, porque habréis sometido
vuestra voluntad a la suya.
Hombres y mujeres pueden alcanzar el ideal que Dios les propo-
ne si consienten en aceptar a Cristo como Ayudador suyo. Entregaos
completamente al Señor. El pensamiento de que habéis de luchar
para conseguir la vida eterna os fortalecerá y estimulará. Cristo pue-
de daros fuerza para vencer. Mediante su ayuda, podréis destruir el
egoísmo hasta en sus raíces más profundas.