Página 138 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
desierto, que era cien veces más fuerte de lo que alguna vez tendría
que soportar la raza humana. Jesús resistió las tentaciones de Satanás
de la misma manera en que cualquier alma tentada puede resistir,
remitiéndolo al registro inspirado, y diciendo: “Escrito está”.
La humanidad puede guardar la ley de Dios por el poder
divino
—Cristo venció como hombre las tentaciones. Cada hombre
puede vencer como Cristo venció. El se humilló a sí mismo por
nosotros. Fue tentado en todo punto, así como nosotros. Redimió el
desgraciado fracaso de la caída de Adán, y fue vencedor, testificando
así ante todos los mundos no caídos y ante la humanidad caída,
que el hombre podía guardar los mandamientos de Dios por medio
del poder divino que el cielo le concedía. Jesús, el Hijo de Dios, se
humilló por nosotros, soportó la tentación por nosotros, y venció en
nuestro favor para mostrarnos cómo podemos vencer. Así vinculó
sus intereses divinos con la humanidad, con los lazos más estrechos;
y ha dado la positiva seguridad de que no seremos tentados más de
lo que podemos soportar, sino que con la tentación dará una vía de
escape.
El Espíritu nos capacita para ser victoriosos
—El Espíritu
Santo fue prometido para estar con los que estaban luchando por la
victoria, como demostración de una fortaleza total, capacitando al
agente humano con poderes sobrenaturales, e instruyendo al igno-
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rante en los misterios del reino de Dios. Que el Espíritu Santo sea
el gran Ayudador, es una maravillosa promesa. ¿De cuánta ayuda
habría sido para nosotros que el Hijo unigénito de Dios se hubie-
ra humillado, soportado las tentaciones del engañoso adversario, y
combatido contra él durante toda su vida sobre la tierra, y muerto,
“el Justo por los injustos” para que la humanidad no pereciera, si
el Espíritu no nos hubiera sido dado como un agente regenerador
constante y activo para hacer eficaz en nuestras vidas lo que hizo el
Redentor del mundo?
El Espíritu Santo impartido capacitó a los discípulos, a los após-
toles, a permanecer firmes contra toda especie de idolatría y a exaltar
al Señor y a él solamente. ¿Quién, sino Cristo Jesús por medio de
su Espíritu y su poder divino, guió las plumas de los historiadores
sagrados a fin de que se presentara al mundo el precioso registro de
los dichos y las obras de Jesucristo?