Página 140 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras
almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.
Mateo 11:28-30
.
El Hijo unigénito del Dios infinito, por sus propias palabras [y]
por su ejemplo práctico, nos dejó una norma sencilla que hemos de
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copiar. Por sus palabras él nos ha educado para obedecer a Dios, y
por su propio ejemplo nos ha mostrado cómo podemos obedecer a
Dios.
Cristo no solamente dio reglas explícitas para mostrar cómo
podemos llegar a ser hijos obedientes, sino que nos mostró con
su propia vida y carácter cómo hacer precisamente las cosas que
son justas y aceptables delante de Dios, de tal manera que no hay
ninguna excusa para no hacer las obras que son agradables a su vista.
Probó la falsedad de la pretensión de Satanás
—Siempre de-
bemos estar agradecidos a Jesús porque nos ha demostrado por
hechos reales, que el hombre puede guardar los mandamientos de
Dios, contradiciendo la falsedad de Satanás de que el hombre no
puede guardarlos. El gran Maestro vino a nuestro mundo para estar
a la cabeza de la humanidad, para elevar y santificar de esta manera
a la humanidad por su obediencia santa a todos los requisitos de
Dios, mostrando que es posible obedecer todos los mandamientos
del Señor. El ha demostrado que es posible una obediencia de por
vida. Así él da al mundo hombres representativos y escogidos, como
el Padre dio al Hijo, para ejemplificar en la vida de ellos la vida de
Cristo Jesús.
Soportó la prueba como verdadero ser humano
—No nece-
sitamos colocar la obediencia de Cristo en una categoría especial,
como si fuera algo a lo cual él estuviera peculiarmente adaptado por
su naturaleza divina particular, porque él se presentó delante de Dios
como representante del hombre y fue tentado como el sustituto y la
garantía del ser humano. Si Cristo hubiera tenido poder especial que
el hombre no tiene el privilegio de poseer, Satanás se hubiera valido
de este argumento. La obra de Cristo refutaría las afirmaciones de
Satanás de que él dominaba al hombre, y el Señor podía hacer esto
solamente de la manera en que lo hizo: como hombre, tentado como
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hombre, prestando la obediencia de un hombre...