Página 165 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

Basic HTML Version

Elena G. de White informa acerca del congreso de Mineápolis
161
de los presentes al amor de Dios manifestado hacia su pueblo. No
se debe permitir a la mente que se detenga en los aspectos que más
se prestan para objetar nuestra fe. En la Palabra de Dios, que puede
ser presentada como un jardín lleno de rosas, de lirios y claveles,
podemos recoger por la fe las preciosas promesas de Dios, apro-
piarnos de ellas para nuestros propios corazones y estar de buen
ánimo—sí, gozosos en Dios—; o podemos mantener la atención
fija en los abrojos y las espinas, y herirnos severamente y lamentar
nuestra mala suerte.
[185]
Dios no se agrada de que su pueblo cuelgue en los pasillos de
su memoria cuadros oscuros y dolorosos. El quiere que cada alma
recoja las rosas, los lirios y los claveles, adornando los pasillos de
su memoria con las preciosas promesas de Dios que florecen por
todo su jardín. El quiere que nos espaciemos en ellas, con nuestros
sentidos agudos y claros, tomándolas con toda su plena riqueza,
hablando del gozo que tenemos delante de nosotros. El desea que
vivamos en el mundo, pero que no seamos del mundo, que nuestros
afectos se fijen en las cosas eternas. El anhela que hablemos de
las cosas que él ha preparado para los que le aman. Estas atraerán
nuestras mentes, despertarán nuestras esperanzas y expectativas, y
fortalecerán nuestras almas para soportar los conflictos y las pruebas
de la vida. Cuando nos detengamos en estas escenas, el Señor ani-
mará nuestra fe y nuestra confianza. El apartará el velo y nos dará
vislumbres de la herencia de los santos.
Mientras presentaba la bondad, el amor y la tierna compasión de
nuestro Padre celestial, sentí que el Espíritu del Señor descansaba no
sólo sobre mí sino también sobre el pueblo. Los oyentes recibieron
luz y libertad y bendición, y hubo una respuesta sincera a las palabras
habladas. La reunión de testimonios que siguió evidenció que la
Palabra de Dios había encontrado alojamiento en los corazones de
los oyentes. Muchos han dado testimonio de que hoy ha sido el mejor
día de su vida, y fue por cierto una preciosa oportunidad, porque
sabíamos que la presencia del Señor Jesús estaba en la asamblea
para bendecirnos. Yo sabía que la revelación especial del Espíritu de
Dios tenía un propósito: reprimir las dudas, hacer retroceder la ola
de incredulidad que se había admitido en los corazones y las mentes
en cuanto a la Hna. White y la obra que el Señor le ha dado para
hacer.