Página 177 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Elena G. de White informa acerca del congreso de Mineápolis
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acciones contra la luz y la verdad. Nuestros hermanos que han ocu-
pado los puestos directivos en la obra y la causa de Dios, deberían
estar tan estrechamente relacionados con la Fuente de toda luz, que
no hubieran llamado luz a las tinieblas y tinieblas a la luz...
La justificación por la fe no rebaja la ley
—Considerar a Cristo
como nuestra única fuente de fortaleza, presentar su amor incompa-
rable para que la culpa de los pecados fuera cargada a su cuenta y su
propia justicia fuera acreditada al hombre, de ninguna manera anula
o descarta la ley o rebaja su dignidad; al contrario: la coloca en el
lugar en que brilla sobre ella la verdadera luz y la glorifica. Esto se
logra sólo por la luz que refleja desde el Calvario. La ley es completa
y plena en el gran plan de salvación, solamente al ser presentada en
la luz que brilla desde el Salvador crucificado y resucitado. Esto se
puede discernir sólo espiritualmente. Enciende en el corazón del que
contempla la fe ardiente, la esperanza y el gozo de que Cristo es su
justicia. Este gozo es sólo para los que aman y guardan las palabras
de Jesús, que son las palabras de Dios.
Si los hermanos estuvieran en la luz, las palabras que el Señor me
dio para ellos hallarían una respuesta en los corazones de aquellos
por quienes he trabajado. Cuando vi que los corazones con los
cuales anhelaba estar en armonía, estaban cerrados con prejuicios e
incredulidad, pensé que sería mejor que los dejara. Mi propósito era
partir de Minneápolis el primer día de la semana...
Quería meditar, orar, [para saber] de qué manera podríamos
trabajar para presentar el tema del pecado y de la expiación delante
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de los hermanos de acuerdo a la luz bíblica. Ellos estaban en gran
necesidad de esta instrucción, a fin de que pudieran dar la luz a otros
y tener el bendito privilegio de ser obreros juntamente con Dios en la
tarea de reunir y traer al redil los corderos de su rebaño. ¡Qué poder
debemos tener de Dios para que los corazones fríos, que tienen sólo
una religión legal, vean las cosas mejores provistas para ellos: Cristo
y su justicia! Se necesitaba un poder vitalizador para dar vida a los
huesos secos.—
Manuscrito 24, 1888
.
Evaluación de Elena G. de White en el último día del congreso
(Escrita a un miembro de su familia, el 4 de noviembre
de 1888)