Página 192 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
desaliento y de duda, en lugar de palabras de fe y valor. Cristo fue
tentado en todo punto en que lo somos nosotros, y sin embargo se
mantuvo sin pecado. El dijo: “Viene el príncipe de este mundo, y él
nada tiene en mí”. ¿Qué significa esto? Significa que el príncipe del
mal no podía encontrar ninguna posición ventajosa en Cristo para
tentarlo; y lo mismo puede ocurrir con nosotros”.—
The Review and
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Herald, 10 de mayo de 1891
.
La perfección no se alcanza en un solo salto: 1891
—Miramos
más allá del tiempo. Miramos la eternidad. Tratemos de vivir de tal
manera que Cristo pueda decir: “Bien, buen siervo y fiel”. Viva cada
uno de nosotros de esa manera. Podemos cometer errores; podemos
errar; pero Dios no nos dejará en el error. “Si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Hay
esperanza para nosotros. Somos presos de esperanza.
Apropiémonos de las ricas promesas de Dios. El jardín de Dios
está lleno de ricas promesas. Recojámoslas; llevémoslas con no-
sotros; mostremos que creemos en Dios. Aceptemos al pie de la
letra su Palabra; no sea hallado ninguno de nosotros desconfiando
de Dios o dudando de él.
Seamos cristianos que crecen. No debemos detenernos. Debemos
estar hoy más adelante de lo que estábamos ayer, aprendiendo todos
los días a ser más confiados, a descansar más plenamente en Jesús.
Así tenemos que crecer. No alcanzaréis la perfección de un solo
salto. La santificación es una obra de toda la vida...
Recuerdo que en 1843 había un hombre y su esposa... que espe-
raban que el Señor viniera en 1844, y estaban aguardando y velando.
Todos los días oraban a Dios. Antes de decirse “Buenas noches”,
solían decir: “Tal vez el Señor venga cuando dormimos y queremos
estar listos”. El esposo preguntaba a la esposa si durante el día él
había dicho alguna palabra que ella pensaba que no estaba de acuer-
do con la verdad y la fe que profesaban, y ella le hacía la misma
pregunta. Entonces se postraban delante del Señor y le pedían que si
habían pecado en pensamiento, en palabra o en acción, les perdonara
la transgresión. Queremos ahora esa misma sencillez.
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Necesitáis ser como niños, dependiendo de un Salvador cruci-
ficado y resucitado, y entonces seréis fortalecidos. ¿Cómo? Los
ángeles de Dios os rodearán como un muro de fuego. La justicia de
Cristo, que reclamáis, va delante de vosotros, y la gloria de Dios es