Página 200 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
ellos tienen de crecer en la gracia y en el conocimiento de Cristo
Jesús?
“La voluntad de Dios es vuestra santificación”.
1 Tesalonicenses
4:3
. No hemos estado avanzando hacia el blanco del premio de
nuestra elevada vocación. El yo ha encontrado excesivo lugar. ¡Oh,
permitid que la obra sea hecha bajo la dirección especial del Espíritu
Santo! El Señor exige todas las facultades de la mente y del ser.
Es su voluntad que lleguemos a asemejarnos a él en voluntad, en
temperamento, en espíritu, en nuestras meditaciones. La obra de la
justicia no puede progresar a menos que ejerzamos una fe implícita.
Avanzad cada día bajo el grandioso poder de Dios que obra. El
fruto de la justicia es quietud y seguridad para siempre. Si hubiéra-
mos ejercido más fe en Dios y confiado menos en nuestras propias
ideas y sabiduría, Dios habría manifestado su poder de una manera
señalada en los corazones humanos. Por medio de la unión con él,
en base a una fe viva, tenemos el privilegio de disfrutar la virtud y la
eficacia de su mediación; por tanto, estamos crucificados con Cristo,
muertos con Cristo y resucitados con Cristo para andar en una vida
nueva con él.—
Carta 105, 1898
.
Se necesita la verdadera santificación: 1902
—Hace dos no-
ches me desperté a las diez, con la grave preocupación relativa a la
ausencia de la obra del Espíritu Santo en nuestro pueblo. Me levanté
y caminé por la pieza, clamando al Señor que viniera más cerca,
mucho más cerca de su pueblo, para concederle un poder tal que lo
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capacitara para hacer su obra en forma tan poderosa, que por medio
de él fuera revelada la gracia abundante de Cristo...
En el Sermón del Monte Cristo dio una definición de la verda-
dera santificación. El vivió una vida de santidad. El era una lección
objetiva de lo que sus seguidores deben ser. Tenemos que ser cru-
cificados con Cristo, sepultados con él, y luego vivificados por su
Espíritu. Entonces estaremos llenos de su vida.
Una obra de toda la vida
—Nuestra santificación es el objetivo
de Dios en todo su trato con nosotros. El nos ha escogido desde la
eternidad para que fuéramos santos. Cristo se dio a sí mismo por
nuestra redención, para que por nuestra fe en su poder para salvar
del pecado pudiéramos ser completos en él. Al darnos su Palabra, él
nos ha dado alimento del cielo. El declara que si comemos su carne
y bebemos su sangre, recibiremos la vida eterna.