Página 201 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Énfasis en el tema de la salvación 1890-1908
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¿Por qué no nos espaciamos más en esto? ¿Por qué no nos esfor-
zamos para que esto se entienda fácilmente, cuando ello significa
tanto? ¿Por qué los cristianos no abren sus ojos para ver la obra que
Dios requiere que hagan? La santificación es una obra progresiva, de
toda la vida. El Señor declara: “La voluntad de Dios es vuestra san-
tificación”.
1 Tesalonicenses 4:3
. ¿Tenéis el anhelo de que vuestros
deseos e inclinaciones sean traídos en conformidad con la voluntad
divina?
Como cristianos nos hemos comprometido a realizar y cum-
plir nuestras responsabilidades, y a mostrar al mundo que tenemos
una estrecha relación con Dios. De esta manera Cristo ha de ser
representado por las palabras y las obras piadosas de sus discípulos.
Dios demanda de nosotros perfecta obediencia a su ley, que es
la expresión de su carácter. “¿Luego por la fe invalidamos la ley?
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En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”.
Romanos 3:31
.
Esta ley es el eco de la voz de Dios, que nos dice: “Más santos, aún
más santos. Desead la plenitud de la gracia de Cristo. Sí, anhelad
la justicia. Sentid hambre y sed de justicia”. La promesa es: seréis
saciados. Estén colmados vuestros corazones de un intenso anhelo
de su justicia, cuya obra Dios declara que es paz, y su efecto reposo
y seguridad para siempre.
Isaías 32:17
.
Participantes de la naturaleza divina
—Es nuestro privilegio
ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la co-
rrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Dios ha dicho
claramente que él pide que seamos perfectos, y como él exige esto,
ha hecho provisión para que seamos participantes de la naturaleza
divina. Sólo así podemos obtener el éxito en nuestra lucha por la vida
eterna. El poder es dado por Cristo. “A todos los que le recibieron,
... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
Juan 1:12
.
Dios exige de nosotros la conformidad con su imagen. La san-
tidad es el reflejo que emite su pueblo de los rayos brillantes de su
gloria. Pero a fin de reflejar esa gloria, el hombre debe trabajar con
Dios. El corazón y la mente deben vaciarse de todo lo que conduce
al mal. La Palabra de Dios debe ser leída y estudiada con un deseo
ferviente de obtener de ella poder espiritual. El pan de vida debe
comerse y digerirse para que llegue a ser una parte de la vida. Así
ganamos la vida eterna. Entonces será contestada la oración del