Página 202 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
Salvador: “Santifícalos en tu verdad; tu Palabra es verdad”.—
Carta
153, 1902
.
Las opiniones y las prácticas deben conformarse con la Pala-
bra de Dios
—Hay muchos que pretenden que han sido santificados
para Dios, y sin embargo cuando se les presenta la gran norma de
justicia se disgustan grandemente y manifiestan un espíritu que prue-
ba que no conocen nada de lo que significa ser santificado. No tienen
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la mente de Cristo. Los que son plenamente santificados reverencia-
rán y obedecerán la Palabra de Dios tan pronto como les es abierta,
y expresarán un fuerte deseo de conocer lo que es verdad sobre
todo punto de doctrina. Un sentimiento exaltado no es evidencia de
santificación. La declaración: “Soy salvo, soy salvo”, no prueba que
el alma es salva o santificada.
A muchos que alcanzan una gran excitación se les dice que están
santificados, cuando en realidad ellos no tienen ninguna compren-
sión inteligente de lo que el término significa, porque no conocen
las Escrituras o el poder de Dios. Se vanaglorían de que están en
conformidad con la voluntad de Dios porque se sienten felices; pero
cuando son probados, cuando la Palabra de Dios es presentada para
aplicarla a su experiencia, cierran sus oídos para no oír la verdad, y
dicen: “Yo estoy santificado”. Y esto pone fin a la controversia. No
quieren tener nada que hacer con escudriñar las Escrituras para saber
qué es verdad; prueban así que están terriblemente autoengañados.
La santificación significa muchísimo más que una explosión de los
sentimientos.
La excitación no es santificación. Solamente la entera confor-
midad a la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos es
santificación, y la voluntad de Dios está expresada en su santa ley. El
guardar todos los mandamientos de Dios es santificación. La Palabra
de Dios ha de ser nuestro guía, y no las ideas y opiniones de los
hombres.—
The Review and Herald, 25 de marzo de 1902
.
La santificación, una experiencia en el crecimiento continuo:
1908
—Si mantenemos nuestras mentes fijas en Cristo, él vendrá a
nosotros como la lluvia, como la lluvia temprana y tardía sobre la
tierra. Como el Sol de justicia, él saldrá con salud en sus alas. Pode-
mos crecer como el lirio, revivir como la planta de maíz, prosperar
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como la vid.