La indumentaria y el adorno
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la gente. Estas cosas están predicando a la gente. El ministro les da
un ejemplo de orden, y presenta delante de ellos lo apropiado de la
limpieza y el gusto en el vestido, o, por otra parte, les da lecciones de
descuido, desaliño y falta de gusto que estarán en peligro de seguir.
Vestimenta apropiada para el púlpito
—El color negro u oscu-
ro es el más apropiado para un ministro que está en el púlpito, y hará
mejor impresión sobre la gente que la que haría una combinación de
dos o tres colores diferentes en su vestimenta.
Se me señaló el caso de los hijos de Israel de antaño, y se me
mostró que Dios había dado órdenes específicas con respecto al
material y al estilo del vestido que habían de usar los que ministraban
delante de él. El Dios del cielo, cuyo brazo mueve el mundo, que
nos sostiene y nos da vida y salud, nos ha dado evidencias de que él
puede ser honrado o deshonrado por la forma en que se visten los
que ofician delante de él. El dio ciertas instrucciones especiales a
Moisés con respecto a todo lo que tenía que ver con su servicio. El
dio instrucciones aun con respecto a cómo debían arreglar sus casas,
y especificó el vestido que debían usar los que debían ministrar en
su servicio. Tenían que mantener orden en todas las cosas...
Puede hacerse la debida impresión
—No debía de haber nada
desaliñado o sucio en los que aparecían delante de él cuando llegaban
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ante su santa presencia. ¿Y por qué era así? ¿Cuál era el objeto de
todo ese cuidado? ¿Era sólo para recomendar el pueblo a Dios? ¿Era
sólo para obtener la aprobación del Señor?
La razón que se me dio fue ésta: que debía hacerse la debida
impresión sobre el pueblo. Si los que ministraban en el oficio sagrado
dejaban de manifestar cuidado y reverencia hacia Dios, tanto en su
vestido como en su comportamiento, el pueblo perdería su temor
reverente por Dios y por su sagrado servicio.
Si los sacerdotes mostraban gran reverencia por Dios al ser muy
cuidadosos cuando llegaban ante su presencia, esto le daba al pueblo
una idea exaltada de Dios y de sus requerimientos. Esto les mostraba
que Dios era santo, que su obra era sagrada, y que todo lo que se
hacía en relación con su obra debía ser santo; que debía estar libre
de todo lo que fuera impureza y suciedad; y que toda contaminación
debía alejarse de los que se acercaban a Dios.
La vestimenta del ministro y la verdad
—De acuerdo a la luz
que he recibido, afirmo que ha habido descuido en este sentido.