La indumentaria y el adorno
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prueba [de discipulado] para el pueblo de Dios, y que haga más se-
vera para él la prueba que ya tiene. Al enemigo le agradaría levantar
ahora asuntos que distraigan las mentes del pueblo y lo pongan en
disputa sobre el asunto del vestido. Que nuestras hermanas se vistan
con sencillez, como muchas lo hacen, con vestidos de buen material,
durable, modesto, apropiado para este tiempo; y que el tema del
vestido no llene la mente...
El ejemplo que algunos han dado
—Hay algunos que con toda
la luz que tienen de la Palabra de Dios, no obedecerán sus instruc-
ciones. Seguirán sus propios gustos y harán como les plazca. Dan
un ejemplo malo a los jóvenes, y a aquellos que acaban de abrazar
la verdad, que tienen la costumbre de imitar todo nuevo estilo de
vestido en materia de adornos que requieren tiempo y dinero, y hay
poca diferencia entre su forma de vestir y la de los mundanos.
Presten nuestras hermanas por sí mismas atención concienzuda
a la Palabra de Dios. No comencéis la obra de reformar a otras hasta
que vosotras lo hayáis hecho, porque no tendréis éxito; no tendréis
la posibilidad de cambiar el corazón. La obra interna del Espíritu de
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Dios mostrará un cambio externo. Los que se aventuran a desobede-
cer las más sencillas declaraciones de la inspiración, no escucharán
ni recibirán ni actuarán de acuerdo con todos los esfuerzos humanos
que se hacen para que estas idólatras adopten un vestido sencillo, sin
adornos, limpio y apropiado, y que de ninguna manera las hace raras
o singulares. Continúan exponiéndose, haciendo ondear la bandera
del mundo...
Nuestro tiempo total de gracia es muy breve, y se hará una obra
abreviada en la tierra. Las verdaderas pruebas de Dios vendrán;
su forma de probarnos será breve y decisiva. Humíllese cada alma
delante de Dios, y prepárese para lo que viene.—
Carta 19, 1897
.
[292]
[
Reproducido tal como fue presentado en el Congreso de la Asociación General en
1871.
]
[
El “vestido reformado”, defendido y adoptado en la década de 1860, fue confec-
cionado por un grupo de damas adventistas con el fin de proporcionar una indumentaria
saludable, modesta, cómoda y pulcra, que estuviera en armonía con la luz que se le había
dado a Elena de White, lo cual era muy necesario en ese tiempo.
léanse las 306-310
.
Dicho vestido debía colgar de los hombros y tener un ruedo a unos 22 cm (9 pulgadas)
del suelo. Las piernas estaban vestidas con una especie de pantalón que daba comodidad