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Mensajes Selectos Tomo 3
Consejeros inseguros
Los intereses de la causa de Dios no han de encomendarse a
hombres que no tienen relación con el cielo. Los que son desleales
a Dios no pueden ser consejeros seguros. No tienen la sabiduría
que viene de arriba. No debe confiarse en ellos para que pronuncien
juicio en asuntos relacionados con la causa de Dios, asuntos de
los cuales dependen tan grandes resultados. Si seguimos su juicio,
seremos puestos, sin lugar a dudas, en situaciones muy difíciles, y
retardaremos la causa de Dios.
Los que no están relacionados con Dios lo están con el enemigo
de Dios, y aunque pueden ser honestos en el consejo que dan, ellos
mismos pueden estar cegados y engañados. Satanás pone sugestio-
nes en sus mentes y palabras en sus bocas, que son enteramente
contrarias a la mente y la voluntad de Dios. Así trabaja por medio
de ellos para inducirnos a seguir senderos falsos. El nos desviará,
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nos enredará y nos arruinará si puede.
Antiguamente era un gran pecado para los hijos de Dios entregar-
se a los enemigos, y presentar delante de ellos sus perplejidades o su
prosperidad. Bajo la economía antigua era un pecado ofrecer sacrifi-
cio sobre un altar falso. Era un pecado ofrecer incienso encendido
con un fuego extraño.
Estamos en peligro de mezclar lo sagrado con lo común. En
nuestros esfuerzos debe usarse el fuego santo de Dios. El verdadero
altar es Cristo; el verdadero fuego es el Espíritu Santo; éste es nuestra
inspiración. Un hombre es un consejero sabio sólo cuando el Espíritu
Santo lo guía y lo dirige. Si abandonamos a Dios y a sus escogidos
para ir a altares extraños a buscar respuestas, se nos responderá
según nuestras obras.
Manifestemos perfecta confianza en nuestro Dirigente. Busque-
mos sabiduría de la Fuente de sabiduría. En toda situación que cause
perplejidad o prueba, que los hijos de Dios se pongan de acuerdo en
cuanto al asunto que desean, y entonces únanse para ofrecer una ora-
ción a Dios, y perseveren pidiendo la ayuda que necesitan. Debemos
reconocer a Dios en todos nuestros consejos, y cuando le pedimos
algo, creamos precisamente la bendición solicitada (
Manuscrito 112
,
sin fecha).