Página 341 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Capítulo 51—Ataques contra Elena G. de White y
su obra
¿Debemos guardar silencio?
Cuando el hombre ataca a sus semejantes, y presenta en forma
ridícula a aquellos a quienes Dios ha señalado para hacer su obra, no
haremos ninguna justicia con los acusadores o con aquellos que son
desviados por sus acusaciones si guardamos silencio, permitiendo
así que el pueblo piense que sus hermanos y hermanas, en los cuales
había tenido confianza, no son ya dignos de su amor y compañe-
rismo. Debe hacerse frente a esta obra, que surge precisamente en
nuestro medio, y que se asemeja a la obra de Coré, Datán y Abirán,
pues es una ofensa para Dios. Y los acusadore
deben ser llama-
dos a presentar sus pruebas sobre cada punto. Todo cargo debe ser
cuidadosamente investigado; no debe ser dejado en ninguna incerti-
dumbre. No debe dejarse que la gente piense que el asunto puede
ser o no ser. Los acusadores harán todo lo que está a su alcance para
presentar toda señal de reproche que no pueda probarse.
No dejéis que la gente crea una mentira
—Esto debe hacerse
en el caso de cada iglesia. Y cuando hay un siervo de Dios, a quien
el Señor ha designado para hacer una obra definida, y por medio
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siglo ha sido un obrero que ha trabajado en favor del pueblo de
nuestra fe y aceptado por los obreros del Señor como uno a quien
el Señor ha llamado; cuando por alguna razón uno de los hermanos
cae bajo la tentación, y debido a los mensajes de amonestación que
le fueron dados se ofende, como hicieron los discípulos de Cristo, y
no anda más con Cristo; cuando él comienza a trabajar en contra de
la verdad y hace público su desafecto, declarando como falsedades
cosas que son verdaderas, debe hacerse frente a este proceder. No
debe permitirse que la gente crea una mentira. Debe informársele de
la verdad. El manto de suciedad con el cual el siervo de Dios se ha
cubierto debe ser quitado.
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