Página 362 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
clamación del mensaje para este tiempo resultaría así tristemente
obstaculizada. El Espíritu Santo obra de una manera que se reco-
mienda a sí mismo ante el buen juicio de la gente.
Una propuesta interesante
—En medio del relato que la Hna.
White hacía de sus primeras experiencias con el fanatismo, el Hno.
Mackin hizo la siguiente propuesta:
R. Mackin:
Si tuviéramos ahora el espíritu de oración, y este
poder viniera sobre mi esposa, ¿podría Ud. discernir si esto es del
Señor o no?
Elena de White:
Yo no podría decirle nada al respecto. Pero le
estoy contando estos incidentes para que Ud. sepa las cosas por las
cuales hemos pasado. Hemos tratado de eliminar de la iglesia este
mal en toda forma posible. Hemos declarado en nombre del Señor
Dios de Israel, que Dios no obra mediante sus hijos de tal forma
que traiga desprestigio a la verdad, y que fomente innecesariamente
profundo prejuicio y amarga oposición. En nuestra obra debemos
seguir un camino directo y tratar de alcanzar a la gente donde está.
Reprendiendo al fanatismo
R. Mackin:
Yo recuerdo haber
leído mucho en
Testimonies for the Church,
t. 1, acerca de su expe-
riencia en reprender el fanatismo, y acerca de la causa [obra] en el
este, cuando trataron de fijar el tiempo, en 1855, me parece.
Elena de White:
Algunos danzaban saltando y cantando: “Gloria,
gloria, gloria, gloria, gloria”. A veces yo quedaba sentada en silencio
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hasta que habían terminado, y entonces me levantaba y decía: “Esta
no es la forma en que obra el Señor. El no hace impresiones de esta
manera. Debemos dirigir la mente de la gente a la Palabra como
fundamento de nuestra fe”.
Yo era sólo una niña en ese tiempo; y sin embargo tenía que
presentar mi testimonio repetidamente contra estas formas extrañas.
Y desde ese tiempo he tratado de ser sumamente cuidadosa para
que nada de esta especie se produzca de nuevo entre nuestro pueblo.
Cualquier manifestación de fanatismo aparta la mente de la evidencia
de la verdad: la Palabra misma.
Ud. puede seguir una conducta consecuente, pero los que sean
influenciados por Ud. pueden seguir una conducta muy inconsecuen-
te, y como resultado tendríamos bien pronto nuestras manos llenas
de algo que haría casi imposible dar a los no creyentes la debida
impresión de nuestro mensaje y nuestra obra. Debemos ir a la gente