Una mensajera inspirada
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pueden ser contradichas o disputadas con éxito. Nada puede borrar
lo que me fue presentado y grabado en las tablas de mi alma. Toda la
oposición y las negaciones para anular mi testimonio solamente me
obligan, por la urgencia del Espíritu de Dios, a repetirlo en forma
más decidida y a permanecer en la luz revelada con todo el poder de
la fortaleza que Dios me ha dado.—
Manuscrito 25, 1890
.
Hacer frente al peligro en forma positiva
—Satanás continuará
trayendo sus teorías erróneas y afirmando que sus sentimientos son
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veraces. Seducir los espíritus es su obra. Tengo que encarar el peligro
positivamente, negando a cualquiera el derecho de usar mis escritos
para que sirvan al propósito del diablo de engañar al pueblo de Dios
Dios me ha conservado la vida para que presente los testimonios
que me fueron dados, para defender lo que Dios ha defendido y para
denunciar todo vestigio de sofismas satánicos. Una cosa seguirá a la
otra en los sofismas espirituales, para engañar si es posible, aun a
los escogidos.—
Manuscrito 126, 1905
.
Inconmovible frente a la oposición
—Pueden lanzarse contra
mí los mayores ataques, pero esto no cambiará en lo más mínimo
mi misión o mi obra. Hemos tenido que hacer frente a esto una y
otra vez. El Señor me ha dado el mensaje desde que tenía solamente
17 años... El mensaje que Dios me ha entregado para llevar ha sido
en línea recta, de luz en luz, hacia arriba y hacia adelante, de una
verdad a otra verdad más avanzada.—
Manuscrito 29, 1897
.
No exigía el título de “profetisa”
—Durante el discurso [pro-
nunciado en Battle Creek, el 2 de octubre de 1904] dije que no
pretendía ser profetisa. Algunos se sorprendieron ante esta decla-
ración, y como se está diciendo mucho acerca de esto, daré una
explicación. Otros me han llamado profetisa, pero nunca pretendí
ese título. No he sentido que era mi deber llamarme así. Los que
osadamente pretenden que son profetas en éste nuestro día, son con
frecuencia un baldón para la causa de Cristo.
Mi obra incluye mucho más de lo que significa ese nombre.
Me considero a mí misma como una mensajera, a quien el Señor le
ha confiado mensajes para su pueblo.—
Carta 55, 1905
;
Mensajes
Selectos 1:40
.
La obra de un profeta y más todavía
—Ahora he sido instrui-
da de que no debo ser estorbada en mi obra por aquellos que se
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ocupan en hacer suposiciones acerca de la naturaleza de ella, cuyas