Página 78 - Mensajes Selectos Tomo 3 (2000)

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Mensajes Selectos Tomo 3
mentes están luchando con tantos problemas intrincados referentes
a la supuesta obra de un profeta. Mi misión abarca la obra de un
profeta, pero no termina allí. Abarca mucho más de lo que puedan
comprender las mentes de los que han estado sembrando las semillas
de incredulidad.
Carta 244, 1906
, dirigida a los ancianos de la Iglesia
de Battle Creek.—
Mensajes Selectos 1:40-41
.
Ninguna defensa propia
—Mi corazón se siente muy triste de
que los Hnos. J y K hayan tomado la posición que tienen ahora...
Podréis preguntar: “¿Qué efecto tiene esto sobre Ud.?” Solamente
dolor, dolor en el alma; pero al mismo tiempo paz, y perfecto descan-
so y confianza en Jesús. Para defenderme a mí misma, para defender
mi posición y mi misión, no quiero ni pronunciar diez palabras.
No quiero tratar de dar evidencia de mi obra. “Por sus frutos los
conoceréis”.—
Carta 14, 1897
.
Dejar las consecuencias con Dios
—A veces siento una gran
preocupación durante las noches. Me levanto de mi cama, y camino
por la pieza orando al Señor para que me ayude a llevar la carga y a
no decir nada que
haga
creer a la gente que el mensaje que él me
ha dado no es la verdad. Cuando puedo depositar esta carga sobre
el Señor me siento verdaderamente libre. Gozo de una paz que no
puedo expresar. Me siento elevada como si fuera sostenida por los
brazos eternos, y la paz y el gozo llenan mi alma.
Una y otra vez se me recuerda que no debo tratar de aclarar la
confusión y contradicción en la fe y los sentimientos de incredulidad
que se expresan. No debo sentirme deprimida, sino que debo hablar
las palabras del Señor con autoridad, y entonces dejar con él las
consecuencias.
El gran Médico me instruye a que presente la palabra que el
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Señor me da, sea que los hombres le presten atención o no. Se me ha
dicho que yo no tengo nada que ver con los resultados, pues Dios, el
Señor Jehová mismo, me guardará en perfecta paz si descanso en
su amor y hago la obra que él me ha dado para hacer.—
Carta 146,
1902
.
No expondré los pecados conocidos sólo por aquellos que los
cometen
—Sus hermanos, o muchos de ellos, no saben lo que Ud.
mismo y el Señor saben... He determinado que no expondré los
pecados de aquellos que profesan creer la verdad, si no que dejaré
estas cosas para que ellos mismos las confiesen.—
Carta 113, 1893
.