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Mensajes Selectos Tomo 3
había escrito hacía tres años con respecto a su conducta. Ellos se
habían comprometido con la Asociación General y habían repeti-
do su compromiso otra vez. Les leí testimonios directos, claros y
categóricos; pero aquí estaba el problema: no sentían la obligación
de creer en los testimonios. El Hno. L había estado en el partido
Mario
cuando había vivido en LaPort, Estado de Iowa, y le re-
sultaba un misterio lo que debía hacer con esta gente. No había
ningún ministro ni mensaje de ministro alguno que ellos respetaran
más que su propio juicio. El asunto era cómo presentar algo que los
impresionara. Lo único que podíamos hacer era hablar, y trabajar por
ellos como si creyeran cada palabra del testimonio; y sin embargo
ser tan cautelosos, como si fueran incrédulos...
El sábado [7 de junio de 1884] por la mañana temprano fui a la
reunión, y el Señor me dio un testimonio directo para ellos, total-
mente inesperado para mí. Les presenté el testimonio, mostrándoles
que el Señor había enviado a sus ministros con un mensaje, y que el
mensaje que éstos habían traído era precisamente el medio que Dios
había ordenado para alcanzarlos; pero ellos se sintieron en libertad
de hacerlo añicos y anular el efecto de la Palabra de Dios...
Sábado 14 de junio
—Tuvimos reuniones memorables. El sába-
do por la tarde habló el Hno. [J. N.] Loughborough. Yo lo hice por
la tarde. El Señor me ayudó. Entonces les pedí que pasaran adelante.
Treinta y cinco personas respondieron. Eran mayormente jóvenes y
señoritas, y también personas de edad de ambos sexos. Tuvimos una
reunión preciosa. Algunos que habían abandonado la iglesia volvie-
ron con arrepentimiento y confesión. Muchos estaban empezando
por primera vez. El Señor mismo estaba allí. Esto pareció quebrar el
[96]
prejuicio, y se presentaron testimonios muy sentidos. Tuvimos un
recreo, y entonces yo comencé de nuevo y la buena obra continuó...
El viernes por la tarde leí un asunto importante que había escrito
hacía tres años. Esto fue reconocido como de procedencia divina.
Los testimonios fueron aceptados de todo corazón, y se hicieron
confesiones de gran valor para el que había obrado mal.—
Carta 19,
1884
.
[97]
[
Léase en
Mensajes Selectos, t. 2, pp. 143-160
, el mensaje dado a N. D. Falkhead.
]
[
Un movimiento separatista que apareció en Marion, Iowa, a mediados de 1860.
]