Página 116 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
impresiones hechas en su mente, y procede con severidad, cuando un
curso de acción más benigno sería por lejos mejor. No tiene en cuenta
sus propias debilidades, y cuán difícil le resulta que se cuestione
su propia conducta, aun cuando esté equivocado. Cuando llega a la
conclusión de que un hermano o una hermana están equivocados, se
siente inclinado a llevar el asunto a su término e insiste en censurar,
aunque al hacerlo hiere su propia alma y pone en riesgo las almas
de otros.
El hermano S debiera rehuir los juicios de la iglesia y no tener
nada que ver con el arreglo de dificultades, si hay forma de evitarlo.
Tiene un don valioso, que se necesita en la obra de Dios. Pero debiera
separarse de influencias que afectan sus sentimientos, confunden su
juicio y lo inducen a proceder en forma insensata. Esto no debiera ni
necesita ocurrir. Él ejercita muy poca fe en Dios. Piensa demasiado
en sus debilidades corporales y fortalece la incredulidad explayán-
dose en sus pobres sentimientos. Dios tiene fuerza y sabiduría en
reserva para aquellos que la buscan fervientemente, creyendo en fe.
Se me mostró que el hermano S es un hombre fuerte en algunos
puntos, mientras que en otros es tan débil como un niño. Su con-
ducta en el trato con los que yerran ha tenido una influencia que
se desparrama. Tiene confianza en su capacidad para trabajar en
poner las cosas en orden donde cree que se necesita, pero no ve el
asunto rectamente. Entreteje su propio espíritu en sus labores, y no
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discrimina, pero a menudo trata a los demás sin ternura. Hay algo
así como exagerar el asunto al cumplir el deber estricto en su trato
con los individuos. “A otros salvadlos, arrebatándolos del fuego; a
otros mostradles compasión, aborreciendo aun la ropa manchada
por la carne contaminada”.
Judas 23 (NRV)
.
El deber, el severo deber, tiene una hermana gemela, que es la
bondad. Si el deber y la bondad se fusionan, se obtendrá una ventaja
definida; pero si se separa el deber de la bondad, si el tierno amor no
se mezcla con el deber, se producirá un fracaso, y como consecuencia
habrá un daño grande. No ha de forzarse a los hombres y las mujeres,
pero muchos pueden ser ganados mediante la bondad y el amor. El
hermano S ha sostenido en alto el látigo del evangelio, y sus propias
palabras han sido frecuentemente el estallido de ese látigo. Esto no
ha influido para estimular a otros a un mayor celo y provocarlos a