Página 127 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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A padres ricos
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favorecer sus propósitos e impide que lleguen a la causa de Dios los
medios que ésta necesita para ser abundantemente sustentada.
“Muchos que han hecho una elevada profesión de fe son defi-
cientes en buenas obras. Si mostraran su fe por sus obras ejercerían
una influencia poderosa del lado de la verdad. Pero no aumentan los
talentos de bienes materiales que Dios les ha prestado. Aquellos que
piensan calmar su conciencia dejando sus propiedades en testamento
a sus hijos, o impidiendo que llegue a la causa de Dios y permi-
tiendo que pase a las manos de hijos incrédulos e irresponsables,
para que las malgasten o las acumulen y les rindan culto, tendrán
que rendir cuenta ante Dios; son mayordomos infieles del dinero de
su Señor. Permiten que Satanás les saque ventaja a través de estos
hijos, cuyas mentes están bajo su control. Los propósitos de Satanás
se cumplen de muchas maneras, mientras que los mayordomos de
Dios parecen estar embotados y paralizados; no comprenden su gran
responsabilidad y que el día de la rendición de cuentas debe venir
en breve”.
Se me mostró que el tiempo de prueba de algunos en los alrede-
dores de pronto iba a concluir, y que era importante que su trabajo
estuviera terminado como para ser aceptado por Dios, para que en
el arreglo final de cuentas puedan oír del Maestro las palabras “Bien
hecho”. También se me mostró la inconsistencia de aquellos que
profesan creer la verdad mientras retienen sus recursos de la causa de
Dios, para que puedan dejarlos a sus hijos. Muchos padres y madres
son pobres en medio de la abundancia. En cierta medida, reducen
sus propias comodidades personales y frecuentemente se abstienen
de aquellas cosas que son necesarias para disfrutar de vida y salud,
mientras que tienen amplios recursos a su disposición. Sienten que
les está vedado, por decirlo así, apropiarse de sus medios para su
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propia comodidad o con propósitos caritativos. Tienen ante sí un
objetivo, esto es, guardar sus bienes para dejarlos a sus hijos. Esta
idea es tan prominente, se encuentra tan entretejida con todas sus
acciones, que sus hijos aprenden a anticipar el momento cuando la
propiedad será de ellos. Dependen de ello, y esta perspectiva ejerce
una influencia importante, aunque no favorable, en sus caracteres.
Algunos llegan a ser derrochadores, otros se vuelven egoístas y ava-
ros, y aun otros llegan a ser indolentes y precipitados. Muchos no
cultivan hábitos de economía; no procuran llegar a ser independien-