Página 13 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Los tiempos del tomo tres
I X
Todo esto fue colocando las piedras fundamentales para una
expansión más amplia. Fue en este período cuando los creyentes co-
menzaron a captar una vislumbre del mundo entero como el campo
de labor. Era una visión asombrosa. Presentaba un desafío. Entonces
no veían la importancia de la pequeña escuela de iglesia iniciada
en Battle Creek por Goodloe H. Bell, un maestro de experiencia
que había aceptado el adventismo a través de sus contactos como
paciente en el sanatorio. Fue a comienzos del verano de 1872 cuando
él comenzó este trabajo escolar. Un poco más tarde ese mismo año
se comenzaron a trazar planes para una escuela más adelantada a fin
de preparar obreros. En diciembre, cuando el Testimonio n
o
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a las manos de nuestro pueblo, descubrieron que empezaba con una
apelación en favor de dicha escuela y con instrucciones sobre cómo
se la debería conducir. “La educación adecuada” es el título del
artículo de treinta páginas en el que se expone la gran visión básica
sobre la educación de nuestra juventud. ¿Cómo podríamos abarcar
el mundo con nuestro mensaje a menos que tuviéramos un cuerpo de
ministros educados? ¿Cómo podríamos tener un cuerpo de ministros
educados a menos que tuviésemos una escuela? Decididos a prestar
atención a la instrucción y enfrentar el desafío expuesto tan clara-
mente en las páginas 147-179 de este tomo, nuestros antepasados
establecieron un sistema educacional que comenzó con el Colegio
de Battle Creek. Su edificio principal fue dedicado el 4 de enero de
1875.
Sólo algunos meses antes de esta ocasión épica, el pastor John
N. Andrews, uno de nuestros principales ministros, fue enviado a
Suiza para iniciar la proclamación del mensaje en Europa. En los
consejos dados pocos meses antes, Elena G. de White había escrito
sobre la necesidad de “misioneros para ir a otras naciones para
predicar la verdad en una manera precavida, cuidadosa”
(
p. 227).
[12]
Al embarcarse el pastor Andrews [rumbo a Europa] en el otoño de
1874, los adventistas del séptimo día comenzaron a dirigir la vista
hacia otras tierras.
Es interesante notar lo oportuno del tiempo cuando los mensajes
de instrucción y consejo nos llegaron a lo largo de los años. Desde
el año 1859, los adventistas del séptimo día habían progresado en
la aceptación de sus responsabilidades hacia Dios al comprender su
mayordomía tocante a la benevolencia sistemática; pero al principio