Página 152 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

148
Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
en aulas mal ventiladas, donde se sientan en posiciones incorrectas
sobre bancos pobremente construidos; y como resultado los tiernos
cuerpos juveniles de algunos se han llegado a deformar.
La disposición y los hábitos de los jóvenes muy probablemente
se manifestarán en la madurez. Usted puede doblar un árbol tierno
en casi cualquier forma que decida hacerlo, y si permanece y crece
como usted lo ha doblado, será un árbol deformado y siempre testi-
ficará del daño y el abuso recibidos de su mano. Después de años
de crecimiento, usted puede tratar de enderezar el árbol, pero todos
sus esfuerzos resultarán infructuosos. Siempre será un árbol torcido.
Este es el caso con la mente de los jóvenes. Debieran ser educados
en forma cuidadosa y tierna en la infancia. Se los puede educar en
la dirección correcta o en la errónea, y en su vida futura seguirán el
camino en el que fueron orientados durante la juventud. Los hábitos
formados en la juventud crecerán con el desarrollo y se fortalecerán
con la fuerza, y generalmente serán los mismos en la vida futura,
sólo que se fortalecerán continuamente.
Estamos viviendo en una época cuando casi todo es superficial.
Hay poca estabilidad y firmeza de carácter, porque la instrucción y
educación de los niños desde la cuna es superficial. Sus caracteres
están construidos sobre arena movediza. La abnegación y el dominio
propio no han sido moldeados en sus caracteres. Han sido mimados y
consentidos hasta que se los ha echado a perder para la vida práctica.
El amor al placer controla las mentes, y los niños son halagados
y consentidos para su ruina. Debiera instruirse y educarse a los
niños para que sepan que vendrán tentaciones y que enfrentarán
dificultades y peligros. Se les debiera enseñar a dominarse ellos
mismos y a vencer noblemente las dificultades; y si no se precipitan
voluntariosamente en el peligro ni se colocan innecesariamente en el
[161]
camino de la tentación; si rehúyen influencias malignas y la sociedad
viciosa, y luego en forma inevitable se ven forzados a estar con
compañías peligrosas, tendrán fuerza de carácter para mantenerse de
parte de lo correcto y preservar los principios, y saldrán en la fuerza
de Dios con su moral incontaminada. Si los jóvenes que han sido
educados debidamente ponen su confianza en Dios, sus facultades
morales resistirán la prueba más poderosa.
Pero pocos padres comprenden que sus hijos son lo que su
ejemplo y disciplina los han hecho, y que son responsables por los