Página 153 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Importancia de la educación en el hogar
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caracteres que sus hijos desarrollan. Si los corazones de los padres
cristianos fueran obedientes a la voluntad de Cristo, obedecerían el
mandato del Maestro celestial: “Buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Mateo
6:33
. Si aquellos que profesan ser seguidores de Cristo hicieran sólo
esto, darían, no sólo a sus hijos, sino al mundo incrédulo, ejemplos
que representarían correctamente la religión de la Biblia.
Si los padres cristianos vivieran en obediencia a los requerimien-
tos del Maestro divino, preservarían la sencillez en el comer y el
vestir, y vivirían más en armonía con la ley natural. Entonces no
dedicarían tanto tiempo a la vida artificial, creándose problemas y
cargas que Cristo no ha puesto sobre ellos, sino que positivamente
les ordenó que evitaran. Si el reino de Dios y su justicia fuera para
los padres la primera y suprema consideración, se perdería poco
tiempo precioso en adornos externos innecesarios mientras que las
mentes de sus hijos son descuidadas casi completamente. El tiem-
po precioso dedicado por muchos padres a vestir a sus hijos para
exhibirlos en sus escenas de diversión sería empleado mejor, muchí-
simo mejor, en cultivar sus propias mentes a fin de que pudieran ser
competentes para instruir debidamente a sus hijos. No es esencial
para la salvación ni la felicidad de estos padres, que usen el precioso
tiempo de prueba que Dios les ha prestado en arreglos de vestidos,
en visitas sociales y en chismografía.
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Muchos padres argumentan que tienen tanto que hacer que no
les queda tiempo para cultivar su mente, o educar a sus hijos para la
vida práctica, ni para enseñarles cómo pueden llegar a ser corderos
del rebaño de Cristo. Recién en el ajuste final de cuentas, cuando
los casos de todos serán decididos y los hechos de toda nuestra
vida serán expuestos ante nosotros en la presencia de Dios y del
Cordero y de todos los santos ángeles, comprenderán los padres el
valor casi infinito del tiempo malgastado. Muchos verán entonces
que su conducta equivocada ha determinado el destino de sus hijos.
No sólo han fracasado en obtener para ellos mismos las palabras de
alabanza del Rey de gloria: “Bien, buen siervo y fiel;... entra en el
gozo de tu señor” (
Mateo 25:21
), sino que oyen cómo se pronuncia
sobre sus hijos la terrible condena: “Apartaos de mí”
Mateo 25:41
.
Esto separa a sus hijos para siempre de los goces y glorias del cielo,
y de la presencia de Cristo. Y ellos mismos reciben también la