Página 156 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
que Dios tiene sobre ellos. Pero los padres se vuelven más y más
descuidados en la educación de sus hijos en las ramas útiles. Muchos
padres permiten que sus hijos formen hábitos erróneos y sigan su
propia inclinación, y fallan al no grabar en sus mentes el peligro
de tal comportamiento y la necesidad de que estén controlados por
principios.
Frecuentemente los niños comienzan a hacer cierto trabajo con
entusiasmo, pero, al sentirse confundidos o cansados con el mismo,
desean cambiar y encargarse de algo nuevo. De ese modo pueden
emprender varias cosas, desanimarse y abandonarlas; y así pasan
de una cosa a otra, sin perfeccionar nada. Los padres no debieran
permitir que el amor al cambio domine a sus hijos. No debieran estar
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tan ocupados en otras cosas que no tengan tiempo para disciplinar
pacientemente las mentes en desarrollo. Unas pocas palabras de
aliento, o algo de ayuda en el momento oportuno, puede hacerles
superar sus problemas y su desánimo, y la satisfacción que obtendrán
al ver completada la tarea que emprendieron los estimulará a un
mayor esfuerzo.
Muchos niños, por falta de palabras de estímulo y un poco de
ayuda en sus esfuerzos, se descorazonan y cambian de una cosa a
otra. Y llevan consigo este triste defecto en su vida madura. Fracasan
en tener éxito en cualquier tarea que emprendan, porque no han sido
enseñados a perseverar en circunstancias desanimadoras. Así la
vida entera de muchos resulta ser un fracaso, porque no tuvieron la
disciplina correcta cuando eran jóvenes. La educación recibida en
la infancia y juventud afecta toda su carrera de trabajo en la vida
madura, y su experiencia religiosa lleva la estampa correspondiente.
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