Página 160 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
En muchos casos la pobreza es una bendición, porque impide
que los jóvenes y niños se arruinen a causa de la inacción. Tanto
las facultades físicas como las mentales necesitan cultivarse y desa-
rrollarse adecuadamente. La primera y constante preocupación de
los padres debiera ser la de asegurarse de que sus hijos posean una
constitución física firme, para que puedan ser hombres y mujeres
sanos. Es imposible lograr este objetivo sin ejercicio físico. Por su
propia salud física y bien moral, se debe enseñar a los niños a traba-
jar, aunque no haya necesidades. Si quieren tener caracteres puros y
virtuosos necesitan adquirir la disciplina del trabajo bien reglamen-
tado, que pondrá en ejercicio todos los músculos. La satisfacción
que obtendrán los hijos por ser útiles y abnegados para ayudar a
otros, será el placer más saludable que jamás hayan disfrutado. ¿Por
qué los ricos habrían de robarles esta gran bendición a sus queridos
hijos y a ellos mismos?
Padres, la indolencia es la mayor maldición que alguna vez les
sobrevino a los jóvenes. No les debieran permitir a sus hijas que
permanezcan en cama hasta tarde en la mañana, desperdiciando en
el sueño las preciosas horas que les fueron prestadas por Dios para
que las usen con propósitos elevados y por las cuales tendrán que
rendirle cuentas a él. La madre perjudica grandemente a sus hijas al
llevar las cargas que ellas deberían compartir con su madre para su
propio bien presente y futuro. El curso de acción que siguen muchos
padres al permitir que sus hijos sean indolentes y gratifiquen sus
deseos de leer romances los inhabilita para la vida real. La lectura
de novelas e historietas es el mayor mal al que la juventud puede
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entregarse. Las lectoras de novelas e historias de amor nunca llegan
a ser madres buenas y prácticas. Construyen castillos en el aire y
viven en un mundo irreal e imaginario. Llegan a ser románticas
y tienen fantasías enfermizas. Su vida artificial las echa a perder
para cualquier cosa útil. Tienen un intelecto empequeñecido, aunque
se lisonjean de que son superiores en mentalidad y modales. El
ejercicio en las tareas domésticas es del máximo beneficio para las
jóvenes.
La labor física no impedirá el cultivo del intelecto. Todo lo
contrario. Los beneficios obtenidos mediante el trabajo físico equili-
brarán a una persona e impedirán que la mente trabaje en exceso. La
fatiga recaerá sobre los músculos y aliviará el cerebro cansado. Hay