Página 161 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Trabajo físico para los estudiantes
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muchas jovencitas desganadas e inútiles que consideran impropio
de una dama ocuparse en un trabajo físico. Pero sus caracteres son
demasiado ingenuos como para engañar a personas inteligentes res-
pecto a su falta de valor. Sonríen tontamente y son todo afectación.
Parece como si no pudieran expresarse en forma clara y honesta, sino
que todo lo que dicen lo torturan con cuchicheos y risitas. ¿Son ellas
damas? No nacieron tontas, pero se las educó para que lo fueran. No
se requiere una niña frágil, débil, vestida con demasiado elegancia y
que ríe tontamente para hacer una dama. Se necesita un cuerpo sano
para un intelecto sano. La fortaleza física y un conocimiento prácti-
co de todos los quehaceres domésticos necesarios nunca serán un
obstáculo para un intelecto bien desarrollado; ambos son altamente
importantes para una dama.
Debieran ponerse en uso y desarrollarse todas las facultades de
la mente a fin de que los hombres y las mujeres tengan mentes bien
equilibradas. El mundo está lleno de hombres y mujeres incom-
pletos, desproporcionados, que llegaron a ser así porque se cultivó
sólo un conjunto de sus facultades mientras que otras se empeque-
ñecieron debido a la inacción. La educación de la mayoría de los
jóvenes es un fracaso. Estudian en exceso, mientras que descuidan
lo que atañe a los asuntos prácticos de la vida. Los hombres y las
mujeres llegan a ser padres sin considerar sus responsabilidades,
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y su descendencia se hunde más bajo que ellos en la escala de la
deficiencia humana. Así la raza se está degenerando rápidamente.
La constante aplicación al estudio, como actualmente son dirigidos
los colegios, está inhabilitando a los jóvenes para la vida práctica.
La mente humana necesita acción. Si no es activa en la dirección
correcta, lo será en la errónea. A fin de preservar el equilibrio de la
mente, debieran unirse el trabajo y el estudio en los colegios.
En las generaciones pasadas se debería haber hecho provisión
para ofrecer una educación planeada en una escala mayor. En cuanto
a los colegios, deberían ser establecimientos agrícolas e industriales.
También debería haber maestros de quehaceres domésticos. Y cada
día una porción del tiempo necesitaría estar dedicada al trabajo, para
que las facultades físicas y mentales pudieran ejercitarse por igual.
Si los colegios estuvieran establecidos sobre el plan que hemos
mencionado, no habría ahora tantas mentes desequilibradas.