Página 167 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Trabajo físico para los estudiantes
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en generaciones pasadas, pero podemos hacer mucho, aun en estos
últimos días, para corregir los males existentes en la educación de la
juventud. Y debido a que el tiempo es corto, deberíamos trabajar en
serio, ardorosamente, para darles a los jóvenes esa educación que
es compatible con nuestra fe. Somos reformadores. Deseamos que
nuestros hijos estudien para obtener el máximo beneficio. A fin de
lograrlo, se les debería dar ocupaciones que pongan sus músculos
en ejercicio. El trabajo diario, sistemático, debiera constituir una
parte de la educación de la juventud, aun en esta hora tardía. Puede
ganarse mucho actualmente al vincular el trabajo con los colegios.
Al seguir este plan los estudiantes obtendrán elasticidad de espíritu
y vigor de pensamiento, y podrán realizar más trabajo mental en
un tiempo dado que lo que podrían hacer sólo mediante el estudio.
Y pueden dejar el colegio con su constitución física intacta y con
fuerza y valor para perseverar en cualquier posición en la cual la
providencia de Dios quiera colocarlos.
Debido a que el tiempo es breve, deberíamos trabajar con dili-
gencia y doblada energía. Quizás nuestros hijos nunca puedan entrar
a una universidad, pero pueden obtener una educación en ramas
esenciales del saber a la que podrán recurrir con el fin de darle un
uso práctico, a la vez que cultivan su mente y emplean bien sus
facultades. Muchos jóvenes que han cursado estudios universitarios
no han obtenido esa verdadera educación de la que pueden valerse
con fines prácticos. Pueden decir que han conseguido un título uni-
versitario, pero en realidad no son más que unos ignorantes con un
diploma.
Hay muchos jóvenes cuyos servicios Dios aceptaría si se consa-
graran a él sin reservas. Si ellos ejercitaran sus facultades mentales
en el servicio de Dios, que [actualmente] usan para servirse ellos
mismos y adquirir propiedades, llegarían a ser obreros empeñosos,
perseverantes y exitosos en la viña del Señor. Muchos de nuestros
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jóvenes debieran dirigir su atención al estudio de las Escrituras, para
que Dios pueda usarlos en su causa. Pero no llegan a ser tan inteli-
gentes en el conocimiento espiritual como en las cosas temporales;
por lo tanto fallan en hacer la obra de Dios que podrían llevar a cabo
aceptablemente. Hay muy pocos para amonestar a los pecadores y
ganar almas para Cristo, cuando debería haber muchos. Nuestros
jóvenes generalmente son versados en los asuntos mundanales, pero