Página 168 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
no son entendidos en las cosas del reino de Dios. Podrían conducir
sus mentes por un cauce celestial, divino, y caminar en la luz, yendo
de un grado de luz y fuerza a otro hasta que pudieran dirigir a los
pecadores a Cristo y señalar a los incrédulos y desanimados una
huella brillante hacia el cielo. Y cuando la lucha termine, podrían
ser bienvenidos al gozo de su Señor.
Los jóvenes no debieran emprender el trabajo de explicar las
Escrituras y dar conferencias sobre las profecías cuando no conocen
las verdades importantes de la Biblia que tratan de explicar a otros.
Quizás sean deficientes en las ramas comunes de la educación y
por lo tanto fracasan al tratar de alcanzar la medida de bien que
podrían hacer si hubieran tenido las ventajas de un buen colegio. La
ignorancia no aumentará la humildad ni la espiritualidad de ningún
profeso seguidor de Cristo. Las verdades de la Palabra divina pueden
ser apreciadas mejor por un cristiano intelectual. Cristo puede ser
mejor glorificado por aquellos que le sirven inteligentemente. El
gran objetivo de la educación es capacitarnos para usar las facultades
que Dios nos ha dado de tal manera que representemos mejor la
religión de la Biblia y promovamos la gloria de Dios.
Estamos en deuda para con Aquel que nos dio la existencia,
por todos los talentos que nos ha confiado; y le debemos a nuestro
Creador la obligación de cultivar y mejorar los talentos que nos ha
encomendado. La educación disciplinará la mente, desarrollará sus
facultades, y las orientará en forma inteligente, para que podamos
ser útiles en promover la gloria de Dios. Necesitamos un colegio
donde a los que acaban de entrar en el ministerio se les puedan
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enseñar por lo menos las ramas corrientes de la educación y donde
también puedan aprender más perfectamente las verdades de Dios
para este tiempo. En relación con estas escuelas, deberían darse
conferencias sobre las profecías. Aquellos que realmente tienen
buenas aptitudes, como las que Dios acepta para que trabajen en su
viña, se beneficiarían grandemente con sólo unos pocos meses de
instrucción en una institución tal.
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