Página 169 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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La reforma pro salud
El 10 de diciembre de 1871 se me mostró que la reforma pro
salud es un ramo de la gran obra que ha de preparar a un pueblo para
la venida del Señor. Está tan íntimamente relacionada con el mensaje
del tercer ángel como la mano lo está con el cuerpo. Los hombres
han considerado livianamente la Ley de los Diez Mandamientos,
pero el Señor no quiso venir a castigar a los transgresores de dicha
ley sin mandarles primero un mensaje de amonestación. El tercer
ángel proclama ese mensaje. Si los seres humanos hubieran sido
siempre obedientes al Decálogo, y hubieran llevado a cabo en su vida
los principios de esos preceptos, la maldición de tanta enfermedad
que ahora inunda al mundo no existiría.
Los hombres y las mujeres no pueden violar la ley natural, com-
placiendo un apetito depravado y pasiones concupiscentes, sin violar
la Ley de Dios. Por lo tanto, el Señor ha permitido que sobre noso-
tros resplandezca la luz de la reforma pro salud, para que veamos el
pecado que cometemos al violar las leyes que él estableció en nues-
tro ser. Todos nuestros goces o sufrimientos pueden atribuirse a la
obediencia o transgresión de la ley natural. Nuestro misericordioso
Padre celestial ve la condición deplorable de los hombres, que, a
sabiendas unos, por ignorancia muchos, viven violando las leyes que
él estableció. Pero por su amor y compasión hacia la especie huma-
na, él hace resplandecer la luz de la reforma pro salud. Promulga su
ley y anuncia la penalidad que se aplicará a la transgresión de ella,
para que todos puedan aprender y procuren vivir en armonía con la
ley natural. Proclama su ley tan distintamente y la hace tan eminente
que es como una ciudad asentada sobre una montaña. Todos los
seres responsables pueden comprenderla si quieren. Los idiotas no
serán responsables. Hacer clara la ley natural e instar a que se la
obedezca es la obra que acompaña al mensaje del tercer ángel, con
el propósito de preparar un pueblo para la venida del Señor.
Adán y Eva cayeron a través del apetito intemperante. Cristo
vino y resistió las tentaciones más fieras de Satanás y, en favor de
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