Página 170 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 3
la raza, venció el apetito, mostrando que el hombre puede vencer.
Como Adán cayó a través del apetito y perdió el dichoso Edén, los
hijos de Adán pueden vencer el apetito a través de Cristo, y mediante
la temperancia en todas las cosas recuperar el Edén.
La ignorancia no es excusa ahora para la transgresión de la ley.
La luz brilla claramente, y nadie necesita ignorarla porque el mismo
gran Dios es el instructor del hombre. Todos están comprometidos
con Dios por las obligaciones más sagradas, a prestar atención a la
correcta filosofía y a la experiencia genuina que ahora él les está dan-
do con referencia a la reforma pro salud. Él se propone que el gran
tema de la reforma pro salud sea debatido y que la mente del público
se inquiete profundamente para investigar; porque es imposible que
los hombres y las mujeres con todos sus hábitos pecaminosos, que
destruyen la salud y debilitan el cerebro, disciernan la verdad sagra-
da, a través de la cual han de ser santificados, refinados, elevados
y hechos idóneos para la compañía de los ángeles celestiales en el
reino de gloria.
Los habitantes del mundo del tiempo de Noé fueron destrui-
dos porque se corrompieron mediante la complacencia del apetito
pervertido. Sodoma y Gomorra fueron destruidas debido a la grati-
ficación del apetito antinatural, lo que entorpeció tanto el intelecto
que no pudieron discernir la diferencia entre las demandas sagradas
de Dios y el clamor del apetito, el cual los esclavizó. Se volvieron
tan feroces y audaces en sus abominaciones detestables que Dios no
los toleró sobre la tierra. Dios atribuye la maldad de Babilonia a su
glotonería y embriaguez.
El apóstol Pablo exhorta a la iglesia: “Así que, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional”.
Romanos 12:1
. Los hombres, entonces, pueden profanar
sus cuerpos mediante indulgencias pecaminosas. Si son profanos, no
están calificados para ser adoradores espirituales ni son dignos del
cielo. Si las personas estiman la luz que Dios en su misericordia les
da sobre la reforma pro salud, pueden ser santificadas mediante la
verdad y hechas idóneas para la inmortalidad. Pero si descuidan esa
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luz y viven en violación de la ley natural deben pagar la penalidad.
Dios creó al hombre perfecto y santo. Pero el hombre cayó de
su estado de santidad porque transgredió la ley de Dios. Desde la