Página 174 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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El instituto de salud
La gran obra de reforma debe ir adelante. El Instituto de Salud
ha sido establecido en Battle Creek para aliviar a los afligidos, para
diseminar luz, para despertar el espíritu de investigación, y para
promover la reforma. Esta institución es dirigida sobre principios
que son diferentes de los de cualquier otra institución sanitaria en
el país. El dinero no es el gran objetivo de sus amigos y dirigentes.
La conducen en forma concienzuda, religiosa, con el blanco de
llevar adelante los principios de la higiene bíblica. La mayoría de
las instituciones de este tipo están establecidas sobre principios
diferentes y son de un carácter tradicional, cuyo propósito es hacer
concesiones a la clase popular y definir su curso de acción de modo
que consigan la mayor clientela y la máxima cantidad de dinero.
El Instituto de Salud en Battle Creek está establecido sobre
principios religiosos firmes. Sus dirigentes reconocen a Dios como
el verdadero propietario. Médicos y ayudantes acuden a él en busca
de orientación, y procuran avanzar concienzudamente en su temor.
Por esta razón está sobre una base segura. Cuando los enfermos
débiles y sufrientes se enteren acerca de los principios que sostienen
los directores, superintendentes, médicos y ayudantes en el Instituto,
y sepan que ellos temen a Dios, se sentirán más seguros allí que en
las instituciones populares.
Si los que están vinculados con el Instituto de Salud en Battle
Creek descendieran de los principios puros y exaltados de la verdad
bíblica para imitar las teorías y prácticas de los que están a la cabeza
de otras instituciones, donde sólo son tratadas las enfermedades de
los inválidos y en donde los dirigentes no trabajan motivados por
un punto de vista religioso, elevado, sino meramente por dinero, la
bendición especial de Dios no descansaría sobre el Instituto. Esta
institución fue ideada por Dios para ser una de las más grandes
ayudas en la preparación de a un pueblo llamado a ser perfecto ante
Dios. A fin de alcanzar esta perfección, los hombres y las mujeres
deben tener fuerza física y mental para apreciar las verdades elevadas
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