Página 181 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

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El instituto de salud
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muy religiosas y que se imponen la práctica del ayuno y la oración en
menoscabo de su salud. Estas almas se permiten ser engañadas. Dios
no les ha pedido esto. Tienen una justicia farisaica que no procede
de Cristo, sino de ellos mismos. Confían en sus propias obras buenas
para salvarse y están tratando de comprar el cielo mediante sus obras
meritorias en vez de confiar, como debiera hacerlo todo pecador,
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sólo en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Cristo
y la verdadera piedad, hoy y siempre, serán salud para el cuerpo y
fuerza para el alma.
La nube que ha descansado sobre nuestro Instituto de Salud se
está levantando, y la bendición de Dios ha acompañado los esfuerzos
hechos para colocarlo sobre una base correcta y para corregir los
errores de aquellos que mediante su infidelidad acarrearon grandes
dificultades financieras sobre la institución y causaron desaliento en
todas partes a los amigos de ella.
Aquellos que han transferido a usos caritativos del Instituto los
intereses, o dividendos de sus acciones, han hecho algo noble que
recibirá su recompensa. Todos los que no han hecho transferencias
similares, siendo capaces de hacerlo, debieran, en su primera oportu-
nidad, asignar al Instituto todo o una parte de sus intereses, como lo
ha hecho la mayoría de los accionistas. Y a medida que lo demanden
el creciente interés y la utilidad de esta institución, todos, especial-
mente aquellos que no lo han hecho, debieran continuar invirtiendo
en ella.
Vi que había una gran cantidad de recursos sobrantes entre nues-
tro pueblo, una porción de lo cual debiera invertirse en el Instituto de
Salud. También vi que hay muchos pobres meritorios entre nuestro
pueblo que están enfermos y sufriendo, y que han estado dirigién-
dose al Instituto en busca de ayuda, pero que no pueden pagar los
precios regulares para hospedaje, tratamiento, etc. El Instituto ha
luchado duramente con deudas en los últimos tres años y no ha
podido tratar a los pacientes en ninguna medida significativa sin un
pago completo. A Dios le agradaría que todos nuestros miembros
que tienen la capacidad de hacerlo, invirtieran generosamente en el
Instituto para colocarlo en una condición en la que pueda ayudar a
los pobres humildes y meritorios de Dios. En relación con esto vi
que Cristo se identifica con la humanidad sufriente y que aquello
que tenemos el privilegio de hacer, incluso por el más pequeño de