Página 183 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 3 (2004)

Basic HTML Version

El instituto de salud
179
estaba orando en busca de orientación divina en asuntos relativos al
Instituto, y él exclamó, mientras estaba sobre sus rodillas: “El Señor
vindicará cada palabra que ha hablado mediante la visión relativa al
Instituto de Salud, y será levantado de su estado caído y prosperará
gloriosamente”.
Desde ese momento asumimos la dirección del trabajo con serie-
dad y trabajamos mano a mano en favor del Instituto para contrarres-
tar la influencia de hombres egoístas que le acarrearon dificultades
financieras. Hemos dado de nuestros recursos, estableciendo de ese
modo un ejemplo para otros. Hemos estimulado la práctica de la
economía y la laboriosidad de parte de todos los que están vincu-
lados con el Instituto y hemos instado a los médicos y ayudantes a
trabajar duramente por una paga pequeña hasta que la institución
goce nuevamente y en forma plena de la confianza de nuestro pueblo.
Hemos dado un testimonio claro contra la manifestación de egoís-
mo en cualquier persona relacionada con el Instituto y hemos dado
consejos y reprendido errores. Sabíamos que el Instituto de Salud no
tendría éxito a menos que la bendición del Señor descansara sobre él.
Si lo acompañaba su bendición, los amigos de la causa confiarían en
que ésta es la obra de Dios y se sentirían seguros al donar recursos
para hacer de la institución una empresa llena de vida, a fin de que
pudiera cumplir el designio de Dios.
Los médicos y algunos de los ayudantes se dispusieron a trabajar
intensamente. Laboraron con ahínco bajo circunstancias grande-
mente desanimadoras. Los doctores Ginley, Chamberlain y Lamson
trabajaron con seriedad y energía, por una paga pequeña, para le-
vantar esta institución que se estaba hundiendo. Y, gracias a Dios, la
deuda original ha sido quitada, y se han hecho grandes ampliaciones
para el alojamiento de los pacientes y se ha pagado por ellas. Se ha
duplicado la circulación del
Health Reformer (El Reformador de la
Salud)
, que forma parte del mismo fundamento del éxito del Institu-
[196]
to, y se ha convertido en un periódico vigoroso. En la mente de la
mayoría de nuestra gente se ha restaurado plenamente la confianza
en el Instituto, y han tenido tantos pacientes casi todo el año, como
podían ser alojados y tratados debidamente por nuestros médicos.
Lamentamos profundamente que los primeros gerentes del Insti-
tuto tomaron un curso de acción que casi lo hundió en deudas bajo el
peso del desaliento. Pero las pérdidas financieras que los accionistas